Oswaldo recuerda entre risas el día en que su auto llenó de humo negro el verificentro. Era imposible que pasara las pruebas de emisión de contaminantes, pero no fue imposible conseguir la calcomanía cero que le permitiera circular todos los días.
En ese primer intento su auto fue rechazado, pero el empleado del centro de verificación en el Estado de México le dijo que regresara más tarde, cuando los testigos de su humareda salieran del lugar, y que pagara 100 pesos más para eliminar las pruebas grabadas en los videos que vigila la Secretaría de Medio Ambiente local.