Itzel tiene quince años y se casó a los catorce. Su esposo, Jesús, tiene diecisiete. Se conocieron en San Quintín, en el norteño estado de Baja California, cuando la madre de ella fue a trabajar al campo y se la llevó. “Lo conocí y me enamoré”, relata la joven. Los adolescentes pasaron dos meses juntos y decidieron casarse, tras lo cual se mudaron a casa de los padres de él, en el sureño Oaxaca. “Se siente raro estar casada, cuando estaba sola salía a divertirme y ahora no se puede”, lamenta.
Jesús sale todos los días a cuidar a los animales y hacer el mandado, mientras Itzel realiza las labores del hogar, donde pasa mucho tiempo en soledad, lo que le hace recordar a su madre, a quien dejó sola porque ella era su única compañía.