El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ofrece a la población una opción para quienes no tienen un empleo formal que les garantice el servicio médico: el seguro voluntario, que pueden pagar ellos mismos siempre que no tengan enfermedades preexistentes, con un costo 20% mayor cada año y con varias restricciones que lo vuelven inviable para varios grupos vulnerables como los adultos mayores, los trabajadores del hogar y los informales.
El seguro voluntario, según ha admitido el mismo Instituto, funciona igual que en cualquier aseguradora privada: debe contratarse mucho antes de volverse necesario ya que no cubre enfermedades preexistentes; es más caro para quienes más lo necesitan –adultos mayores- y es inaccesible para personas con alto potencial de riesgo, como las que padecen enfermedades crónico-degenerativas.