Ahí están las madres, sentadas, sosteniendo entre sus manos los retratos de sus hijos e hijas, unos mártires asesinados por las fuerzas de seguridad israelíes, otros encarcelados, a veces en lugares que se desconocen y que cambian sin cesar.
También están los hermanos y hermanas, los padres, los amigos, los maridos y esposas que se han quedado fuera de los muros de las prisiones esperando cada día – inshallah – el regreso de sus seres queridos. El ambiente vibra y rezuma politización.