La violencia del narcotráfico se concentraba mayormente en las ciudades de la frontera con Estados Unidos y en las plantaciones de amapolas de las montañas del sur, pero ahora se ha desplazado también al cinturón industrial de Guanajuato, generando una extraña dinámica: Florecen fábricas modernas de autos y la inversión extranjera al tiempo que el estado pasa a ser el más violento de México.
Hay fábricas de automóviles junto a resplandecientes carreteras de cuatro carriles y la gente lleva colchonetas de yoga y toma chai en cafés de suburbios caros. Todos los años surgen nuevos fraccionamientos (barrios cerrados caros) en la ciudad colonial de San Miguel de Allende, que atrae muchos extranjeros.