Mientras los reflectores enfocaban a Angélica Rivera Hurtado, como presidenta del consejo honorario del Sistema Nacional del Desarrollo Integral para la Familia (DIF); la directora del organismo, Laura Ibernia Vargas Carrillo -esposa de Miguel Ángel Osorio Chong– pudo arroparse con el bajo perfil y ejercer su gestión alejada de los ojos críticos.
Era 2012. Un grupo de hombres había tomado la Ciudad de México con la Presidencia de Enrique Peña Nieto. Se benefició con cargos en la alta burocracia en los que impuso un estilo de glamour que permitió chefs de lujo, traslados en aviones privados y gastos millonarios en los medios. Todo, con cargo al erario. Ese estilo “bon vivant” en el DIF también se cumplió, pero sin notoriedad.