El hallazgo de fosas clandestinas en el Cerro del Conejo, Guanajuato, entre el 24 y el 26 de septiembre pasados, derrumbó la versión del gobierno de Sinhué Rodríguez sobre sus buenos resultados en el combate al crimen organizado. Se trata de restos de al menos 17 cuerpos, inhumados a 10 minutos de Arandas, donde en julio fueron asesinados 27 internos de un anexo contra las adicciones. Ahora los colectivos de familiares de víctimas, que en sus búsquedas corren el riesgo de toparse con grupos criminales, también se enfrentan a la hostilidad de la fiscalía estatal.
Basta caminar unos cuantos pasos desde el asfalto en la carretera federal 20D del Libramiento Irapuato-León y adentrarse en la cuesta del cerro del Conejo, para toparse con la extensa zona de inhumaciones clandestinas, semioculta entre la tupida vegetación de huizaches y cazahuates.
Hay un solo camino, acceso y salida. Desde lo alto se puede ver cualquier movimiento o intrusión. Es una fosa en uso, con excavaciones listas para depositar otros cuerpos, otras víctimas.