Siempre hay fechas que duelen, y la del aniversario luctuoso de Francisco Ortiz Franco no sólo aflige, inquieta y desespera, sino que indigna y desalienta la confianza en las autoridades. El crimen organizado lo asesinó y el sistema de procuración de justicia lo sepultó junto con la verdad del homicidio y la identidad de sus ejecutores, intelectuales y materiales. Sin embargo, Francisco vive en el corazón y la mente de su familia, sus amigos, compañeros de trabajo, del gremio periodístico y en sus miles de lectores.
Más de 7 mil 300 días han transcurrido desde el cobarde atentado que segó la vida del editor de ZETA, y es fecha que ni la Fiscalía General del Estado de Baja California, ni en su momento la Fiscalía General de la República (FGR), hicieron siquiera un intento por esclarecer el hecho. Lo mismo pasó con organismos no gubernamentales y agrupaciones que prometieron no olvidar el asesinato y llevarlo hasta las últimas instancias hasta hacer justicia, pero todo eso se fue dejando en el tintero.