En el nihilismo que envuelve a la 4T existe una característica no sólo distinta, sino aterradora: la ausencia de cualquier verdad. Su manifestación más inmediata está en la incapacidad para formular un relato coherente del proyecto político que la mueve.
Los analistas políticos, contrarios a la 4T, no han dejado de señalar el carácter autoritario que la guía: destrucción de los equilibrios institucionales, control del discurso político, hostigamiento a organizaciones civiles y a periodistas incómodos, militarización y sobrerrepresentación en la Cámara. Pocos, sin embargo, se han interesado en analizar el aspecto nihilista que la rodea y que obliga a mirar el fenómeno de otra manera.