El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) recluta a especialistas en armamento y explosivos de guerra de origen colombiano para la fabricación de artefactos explosivos improvisados para cielo abierto o tipo mina.
Un exmilitar colombiano revela que fue reclutado con engaños por el CJNG, pero logró escapar junto con 10 compatriotas suyos.
Luego de seis años, El Pascual, como es apodado, terminó su carrera militar en el Ejército Nacional de Colombia. Al salir, fue contratado como obrero en el ramo de la construcción, hasta que en 2023 supo de una oferta de trabajo en México, que se le hizo atractiva.
“Escuché una oferta en internet donde ocupaban escoltas, vigilantes, para seguridad; me interesó el trabajo y nos prometieron vivienda, gastos personales, transportes, pasajes de ida y vuelta a la casa. Fue muy llamativa la oferta. Yo estaba en Colombia y pues estaba mal (económicamente), porque yo estaba en la construcción y perdí mi empleo por ir a otra oferta de trabajo”, cuenta.
El Pascual, de 35 años, relata que fue contactado por un militar colombiano en activo y le ofreció unos 7 millones de pesos colombianos, (que son poco más de 34 mil pesos mexicanos), para trabajar de escolta en México.
“Entonces yo contaba con los requisitos (experiencia militar y en seguridad); entonces me dijo que con eso servía para yo trabajar en su empresa”, recuerda.
A la semana de haber sido contactado, le compraron los boletos de avión. Viajó a Cancún y luego a Guadalajara, donde ya lo esperaban otras personas, que lo trasladaron a una residencia en otro municipio jalisciense.
“Me llevaron para una casa, todo bonito, carros para acá. Eso estaba muy bueno. De un momento a otro llegó la noche y ya estaba en lo más oscuro de un cerro. Pensé que nos iban a llevar a otra finca o a algún lado para conocer a dónde vamos a trabajar”, narra.
Parasu sorpresa, recibió una mochila, una camisa camuflada, una botella con agua y se lo llevaron a pie, junto con más exmilitares colombianos, a otro punto serrano.
El Pascual se preguntaba en dónde estaba la gente a la que iban a cuidar como escolta y en dónde estaba la empresa de seguridad que los había contratado.
Después de caminar varias horas supo la verdad: “Nos dijeron que bienvenidos al Cártel Jalisco Nueva Generación. La verdad es que me llevaron engañado; fui engañado y ya me di cuenta hasta que estaba en el cerro”, explica.
“Ese día pelee dos veces, en la mañana y en la noche, pero eso no es lo mío, porque a pesar de que yo tengo entrenamiento y todo conocimiento en armas y explosivos, también tengo valores que me han enseñado y hay cosas que yo no iba a hacer, porque no me nace, como pelear con la gente civil, yo no vengo a pelear con el gobierno tampoco”, sostiene.
El exmilitar refiere que la organización criminal les exigía asesinar a personas inocentes, mutilar a campesinos, así como enterrar explosivos para dejar los campos minados y hacer estallar vehículos.
La experiencia de El Pascual, junto con su formación militar y el descubrimiento de que el CJNG buscaba crear grupos de exterminio, lo llevó a tomar una decisión que ponía en peligro su vida.
“Entre eso y un combate, aproveché la oportunidad y me volé (escapé), porque no estaba bien. También nos tenían obligados allá y si usted no quiere, pues lo matan; entonces ya toca hacerse amigo de ellos, para sobrevivir”.
El campo donde lo tenían a él y a los otros exmilitares colombianos fue rodeado con explosivos para evitar que se escaparan.
“Yo mismo ayudé a cargar los explosivos. Manipulan pólvora y me di cuenta que no les importa quien pase por ahí y uno mismo se puede volar; uno mismo la coloca para uno mismo. Yo vi compañeros que se volaron con las mismas minas, tratando de escapar del fuego”.
Por eso es que aprovechó la primera oportunidad para huir durante un enfrentamiento y caminó por varios días sin agua ni comida. En el trayecto se encontró con un grupo de religiosos que le brindaron apoyo, alimentos e hidratantes.
Luego fue trasladado a un centro cristiano, en donde permanece y hace labores sociales para las comunidades y para otros compatriotas suyos que han logrado también escapar de las garras criminales del CJNG y sus aliados Los Viagras.
Además, utiliza su experiencia para alertar a la población y de manera indirecta a las autoridades, sobre los explosivos sembrados por esas organizaciones delictivas.
Animal Político entrevistó a El Pascual en una zona serrana de la Tierra Caliente, cercana a la localidad Paredes del Ahogado, donde el pasado 17 de diciembre, dos militares murieron al estallar un artefacto explosivo terrestre.
El personal militar realizaba tareas de seguridad y de detección, así como desactivación de minas que ha sembrado el bloque criminal Cártel Michoacán Nueva Generación (CMNG), conformado por el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Viagras.
El reporte oficial indica que la mina estalló durante la maniobra del Grupo Especializado en Artefactos Explosivos y Materiales Peligrosos, de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El exmilitar colombiano expone que el tipo de mina que colocó ese bloque criminal es muy parecida a las que utilizaban los cárteles en su país.
El CJNG recluta a exmilitares y más recientemente también a integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), por la experiencia que tienen en el uso de armamento y elaboración de explosivos, revela.
“Es que los militares tenemos el conocimiento de todo lo que nos entrenan, en cualquier tipo de armamento y también en el uso, desactivación y elaboración de explosivos. Por eso somos muy llamativos para esas organizaciones”, detalla.
Pascual dice que quienes trajeron la técnica del uso de explosivos a México para el CJNG fue un grupo de exmilitares colombianos, quienes hoy son encargados de los grupos de élite de extranjeros y los enlaces con sus reclutadores en Colombia.
Afirma que los explosivos tipo mina han evolucionado y son cada vez más peligrosos por el tipo de fabricación y activación para la detonación, que fue lo que le costó la vida a los militares en Paredes del Ahogado.
“Cada explosivo tiene tres mecanismos de detonación: por liberación de presión (pisarlas); a control remoto, o por tensión, al amarrar un cable conectado al dispositivo y al pasar estalla”.
Wilson Restrepo, otro exmilitar colombiano, explica que los explosivos son fabricados artesanalmente, con tubos de PVC, cilindros de aluminio, pólvora, explosivos C4, cables, baterías y controles remoto.
Cuenta que casi siempre los materiales son trasladados a Michoacán con ayuda de policías estatales de Jalisco, donde ese cártel tiene empresas de su propiedad, en las cuales se abastecen. Además, la pólvora y los explosivos les son proveídos por militares de destacamentos jaliscienses, coludidos con esa organización criminal, asegura.
Consultadas sobre el tema, diferentes áreas de inteligencia dijeron que ya tienen detectadas algunas de esas empresas ubicadas en los municipios de Ciudad Guzmán, Jilotlán, Zapopan, Guadalajara, Tuxpan y Ocotlán, Jalisco.
Adelantaron que se investiga a alcaldes y a policías municipales, así como algunos mandos estatales de seguridad, coludidos con ese cártel.
Ante la escalada de asesinatos por explosión de minas terrestres, autoridades estatales y federales aumentaron sus recorridos en las zonas de Michoacán plagadas de explosivos.
Animal Político realizó un recorrido por la zona limítrofe de los municipios de Buenavista y Tancítaro, en la que se localiza la comunidad de Paredes del Ahogado, por donde pretende avanzar sus tropas el bloque criminal Cártel Michoacán Nueva Generación (Viagras-CJNG).
Esa localidad está ubicada a no más de 30 kilómetros de la cabecera municipal de Buenavista y actualmente es vigilada por personal de Policía Municipal, de Guardia Civil, de Guardia Nacional y del Ejército Mexicano.
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Una vez llegada la brecha, el silencio embarga al personal de fuerzas municipales, estatales y federales, atentas ante cualquier ataque o movilización de comandos.
Los convoyes policiales están compuestos por al menos 15 camionetas que avanzan en caravana hacia la franja minada con explosivos.
Los especialistas en detección y desactivación de explosivos avanzan a paso lento, ataviados con equipo antibombas. Solo las órdenes de los mandos y de los especialistas se escuchan. Un movimiento en falso y les cuesta la vida.
Estiman, que tan solo en ese punto han localizado y hecho estallar al menos 12 artefactos explosivos improvisados para cielo abierto, también conocidos como tipo mina.
Poco a poco, la población de las localidades aledañas han regresado a sus viviendas, luego de haber huido por temor a que les estallara una mina terrestre.
“Esperemos poder tener mejores resultados, porque no queremos que haya más muertos: niños, señoras, campesinos, adultos mayores o cualquier otra persona civil o uniformada”, suelta uno de los militares a cargo, que prefiere no dar su nombre.