AUTOR: LINALOE L. FLORES.
Ciudad de México, 25 de abril. Marcado por la mancha del desacuerdo político, el reflejo del Presidente Enrique Peña Nieto como moderno impulsor de enmiendas constitucionales quedó a punto del desmoronamiento, opinan investigadores.
En menos de tres meses, y en acuerdo con los partidos de oposición en el llamado Pacto por México, el Presidente logró la aprobación legislativa de tres leyes que permanecieron empantanadas durante 12 años: la Educativa, la de Telecomunicaciones y la de Amparo. Este vertiginoso historial de logros le dio a Peña Nieto la imagen de un gobernante interesado en destrabar pendientes esenciales para el país. En México, los grupos empresariales lo aplaudieron y la prensa extranjera lo mostró como reformista.
La semana pasada, la revista Time lo escogió como uno de los “100 personajes más influyentes” y su fotografía apareció en una de las diez diferentes portadas que edita la publicación en el mundo. En un amplio artículo, Bill Richardson, quien fuera Gobernador de Nuevo México, opinó que Peña Nieto “combina el carisma de Reagan con el intelecto de Obama y las habilidades políticas de Clinton”. Richardson se refirió al “ascenso meteórico” del Presidente mexicano a través de la “negociación política”.