AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
MÉXICO, D.F. (apro).- El episodio retrata a Enrique Peña Nieto: Mientras en Veracruz se confirma el asesinato del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz, el martes 11, en la residencia oficial de Los Pinos, él acaricia la copa FIFA y, “como jefe del Estado mexicano”, expresa su deseo de que la selección de futbol regrese de Brasil con ese trofeo.
Podría no haber sido en esa ceremonia, en la que destacó un anuncio de Coca-Cola como fondo, pero la indignación o la condena del “jefe del Estado mexicano” al asesinato del décimo periodista en Veracruz en tres años y dos meses –lo que lleva el priista Javier Duarte como gobernador– tampoco se produjo ese día ni al siguiente, ni hasta las 22 horas de este lunes 17 de febrero.
La única voz del gobierno fue la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien el miércoles 12 emitió solamente dos mensajes por Twiter para lamentar “la muerte” –no asesinato– de Goyo y para decir que “estos actos son reprobables”, sin mencionar tampoco el secuestro que sufrió la víctima.