AUTOR: MARCELA TURATI.
Las madres de desaparecidos que se plantaron frente a la PGR desde el 9 de mayo se sabían capaces de mover montañas con tal de encontrar a sus hijos. Más difícil fue conseguir mover al procurador Jesús Murillo Karam y al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para que, más allá de las promesas, cumplan sus funciones de investigar a fondo el paradero de los jóvenes, aunque la indolencia del gobierno calderonista haya malgastado tanto tiempo. Ahora falta comprobar de qué están hechos los compromisos de los hombres de Peña Nieto.
MÉXICO, D.F: Ana María Maldonado estaba recostada sobre una cama inflable, en una tienda de campaña que nueve días antes se había convertido en casa, instalada en el pavimento sobre la lateral de la avenida Paseo de la Reforma. En esa burbuja de plástico azul, semejante a una placenta, ella llegó a sentir una conexión especial con su hijo Carlos (“mi bebé”, le dice), un treintañero a quien dejó de ver hace tres años.
Su hijo desaparecido se le reveló sonriente. A ratos lo notaba triste, pero ella creía que era por verla viviendo en la calle por su causa. Otras veces sintió su abrazo y ella se permitía disfrutarlo, en esa conexión umbilical que los une desde que lo tejió en su vientre.