AUTOR: JOHN M. ACKERMAN.
Los primeros en someterse a un examen independiente para evaluar la calidad del servicio que prestan no tendrían que ser los maestros más humildes del país, sino el Presidente de la República y los locutores de los principales canales de televisión y radio. Y quienes deberían ajustarse el cinturón para enfrentar la desaceleración económica no tendrían que ser los vulnerables trabajadores, sino los mandos gubernamentales más altos y los oligarcas más adinerados. Y si se trata de castigos ejemplares, no habría que aplicarlos a los activistas que cuestionan al Presidente, sino a aquellos funcionarios públicos que todos los días se burlan de la inteligencia de los ciudadanos.
México está de cabeza. Un grupo de personas de demostrada incapacidad profesional, que compraron sus cargos y concesiones públicas, busca hoy imponer a los demás su visión de calidad en materia informativa, humanitaria y del servicio público. Pero para avanzar como país la línea de mando tendría que correr precisamente en sentido contrario. Somos los ciudadanos quienes tenemos la responsabilidad de definir los estándares de calidad y garantizar su estricto cumplimiento por las autoridades y los poderosos.