AUTOR: ARTURO RODRÍGUEZ GACÍA.
Con la Plaza de la Constitución convenientemente despejada de profesores incómodos para el régimen, la ceremonia del Grito de Independencia, diseñada para el lucimiento del primer mandatario en turno, transcurrió de acuerdo con un guión riguroso: varios cercos de seguridad policiacos y militares, invitados especiales, miles de acarreados mexiquenses que, pese a todo, no lograron atiborrar el Zócalo, y los nombres de los héroes patrios en un teleprompter.
Ahí Enrique Peña Nieto encabezó –primera vez como presidente– la ceremonia del Grito de Independencia desde el balcón central del Palacio Nacional.
Las condiciones estaban dadas para una aparición triunfal de Peña Nieto: el desalojo de los profesores inconformes con la reforma educativa impulsada por el Ejecutivo, un amplio despliegue policiaco-militar, la instalación de un escenario monumental y un insólito acarreo de priistas mexiquenses para corear el nombre de su paisano, el mandatario.