FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ERNESTO VILLANUEVA.
MÉXICO, D.F. Me han preguntado varios colegas académicos extranjeros, europeos y estadunidenses, por qué en México somos indirectos, damos vueltas a los problemas, somos agachones y sólo exigimos nuestros derechos cuando nos autorizan a ello. Hoy comparto aquí lo que a mi juicio nos pasa y es el quid de nuestros problemas como país y como aspirantes a ciudadanos.
Y para ello quiero añadir además algunos mitos interesados para mantener el statu quo en el ámbito de las universidades y seguramente en muchos otros: a) “La ropa sucia se lava en casa”; es decir, se apela a arreglar las diferencias en la oscuridad para b) “No afectar el prestigio de la institución”; eso va configurando el imaginario de que ejercer derechos fundamentales supone a c)”Ser conflictivo”.
Estos tres mitos sobre los que descansa la corrupción y la impunidad han adquirido carta de naturalización en la caracterología predominante o con arraigo considerable de las comunidades académicas. ¿Por qué somos como somos? Porque la simulación forma parte de nuestra caracterología que impide que México avance, se desarrolle, genere un Estado de derecho eficaz.