AUTOR: JUAN PABLO PROAL.
Los mercaderes facultados para malbaratar el país tienen hambre de rematar hasta el último reducto disponible. La subasta no sólo incluye petróleo, agua, telecomunicaciones o seguridad social, sino también la arena y el mar. Ningún mexicano podrá disfrutar de la playa si no tiene dinero suficiente. Dogma del libre mercado: el mundo es para quien puede pagarlo.
Por playas de todo el país se comenzaron a colocar letreros apocalípticos: “Propiedad privada, prohibido el paso”. Pescadores, comuneros, comerciantes y familias enteras comienzan a ser desplazadas de su propia tierra. Son tratados como extranjeros en su país, indeseables extraños, insoportable contaminación visual para los exclusivos hoteles internacionales.
Desde 1986 los mayas descendientes de los indígenas rebeldes de la Guerra de Castas se quedaron sin playa en la reserva de la biosfera de Sian Ka ´an, marginados del proyecto turístico de la Riviera Maya impulsado por el entonces gobernador Pedro Joaquín Coldwell, hoy secretario de Energía de la administración federal.