AUTOR: ÓSCAR BALDERAS.
Escribía al procurador de justicia Rodolfo Ríos y al secretario de seguridad pública Jesús Rodríguez Almeida comiéndose letras, apresurando, cambiando los “qué” por los “q” en su intento por saber, lo antes posible, qué significaban esos videos de jóvenes, mujeres y familias enteradas aporreadas con balas de goma, toletes y extintores por policías que, según le informaron al jefe de Gobierno, sólo llevarían escudos para replegar personas.
“Estaba muy enojado. Tenía la computadora prendida y veía los videos una y otra vez. Le llegaban unos diez tuits por segundo con links a Youtube y cada uno parecía peor que el otro”, contó un funcionario del gobierno capitalino, que esa noche escuchó maldecir, al menos un par de veces, al mandatario capitalino.
En las pupilas de Mancera, fijas sobre la pantalla, resbalaban títulos de videos con palabras como “represión”, “abuso policiaco”, “detención arbitraria”, “agresiones”. Uno de los que más le impresionó, narró el servidor público, fue aquel en el que un granadero se quita el casco y golpea directamente en la cabeza a un joven que está acorralado y sin poner resistencia; en su arrebato de furia, golpea a una niña en la frente.