AUTOR: PATRICIA DÁVILA.
Son 230 kilómetros de espanto: 29 ejidos afectados, más de 50 túneles con filtraciones, decenas de puentes cuarteados, centenas de hectáreas afectadas, miles de metros de asfalto deslavado, aludes, fallas geológicas no previstas… Bienvenidos a la carretera Durango-Mazatlán, “la más importante y emblemática que se haya hecho en la historia de la ingeniería reciente de México” y que será inaugurada dentro de unos días por el presidente Peña Nieto. No sólo muestra baches y derrumbes, sino también la voracidad de quienes pueden invertir 28 mil millones de pesos pero sólo ofrecen 60 centavos por metro expropiado.
A causa de ese meteoro los daños se multiplicaron: hundimientos del asfalto por la presión del agua, drenajes tapados o que no soportaron el caudal y reventaron el asfalto, cunetas anegadas por la misma carga pluvial y pesadas rocas que deshicieron túneles, sin contar con que más de 50 de los 64 pasajes filtran agua. Una parte importante de los 57 puentes también presenta fallas de diverso calibre.