AUTOR: DANIEL BUTRUILLE.
El desenlace de la votación sobre la Ley de Participación Ciudadana en el Congresodel Estado, el día de ayer, si bien es una desilusión, no constituye realmente una sorpresa; confirma el diagnóstico publicado hace algunos días sobre el PRI.
Primero, cabe destacar que se habla de la votación y no del debate, por qué debate no hubo. El PRI tiene sus razones pero no puede sostener ningún debate. Para debatir, necesita uno tener razones confesables, si no las tiene, no puede debatir, por qué lo inconfesable no sale en público. Y las razones del PRI son inconfesables.
La actitud de Edgar Romo, líder de la bancada del PRI, agente del gobernador, refleja la actitud del gobernador. Soberbio, sordo y miembro de una casta que no tiene por qué explicar su desprecio y su desdén del ciudadano corriente.
El ciudadano es un ente explotable a voluntad, tan fácil de engañar que es un placer hacerlo, al cual hay que satisfacer de vez en cuando con algún satisfactor como una despensa de Soriana por ejemplo, sumiso y entregado por un mes de metro gratis o un mes de agua regalada.