FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JUAN PABLO PROAL.
En un año la inseguridad se difuminaría: Adiós a la guerra, se acabaron los tibios charcos de sangre. Coordinación entre todos los niveles de gobierno, prevención, disminuir los homicidios y la trata de personas, inteligencia de primera… Con aquel discurso el entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto quiso vender la imposible oferta de que él sí acabaría con el narcotráfico. Hoy su palabra caducó.
Ya basta de la ilegal injerencia de Estados Unidos en México, declaró un bravucón Peña Nieto al periódico The Washington Post días después de la elección presidencial del primero de julio de 2012. “Es como si le preguntara, ¿Debería nuestra policía operar en el otro lado de la frontera? No.
Eso no sería permitido por las leyes de Estados Unidos, nuestra situación es la misma”, fustigó ante periodistas del rotativo. La realidad echó abajó la balandronada del priista; en octubre pasado, después de que las filtraciones del exagente de la CIA Edward Snowden revelaran que el propio Peña era espiado por el gobierno del país vecino, con absoluta sumisión la administración que encabeza el mexiquense pidió “poner punto final a los asuntos relacionados con las filtraciones”, de acuerdo con documentos del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos difundidos por MVS Noticias.