AUTOR: HECTOR TAJONAR.
MÉXICO, D.F. Hace un año nació el Pacto por México como un triple intento por hacer de la necesidad virtud. La idea del acuerdo nacional surgió de un PRD escindido, sumido en una profunda crisis de identidad y liderazgo.
La propuesta fue recibida como maná celestial por un presidente que fue postulado por un PRI victorioso pero sin mayoría en el Congreso, con una legitimidad menguada por las irregularidades del proceso electoral, y añorante de la hegemonía perdida. Relegado a tercera fuerza, el PAN y su dirigente también vieron en el pacto una tabla de salvación.
Fenómeno de claroscuros, el Pacto por México ha sido uno de los acontecimientos más destacados e interesantes del accidentado trayecto del país hacia la gobernanza democrática eficaz.
Fenómeno de claroscuros, el Pacto por México ha sido uno de los acontecimientos más destacados e interesantes del accidentado trayecto del país hacia la gobernanza democrática eficaz.
Por una parte, es muestra del potencial de la negociación política y el compromiso de cumplir acuerdos en un ámbito de pluralidad normado por una visión de Estado o, al menos, de largo plazo. Por la otra, ha confirmado el arraigo de actitudes y conductas predemocráticas en las que la miopía y mezquindad de las aspiraciones personales o de camarilla prevalecen sobre el interés nacional.