AUTOR: CARLOS ACOSTA CÓRDOVA.
En términos económicos, 2013 fue un pésimo año para México y para los mexicanos, y en particular para el gobierno de Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray. Consecuencia implacable de los torpes y lentos manejos de las finanzas nacionales son el empobrecimiento vertiginoso de la población, la pulverización de las clases medias, la falta de empleo y, en general, el crecimiento prácticamente nulo de la economía. Si algo faltara, el tiro de gracia lo representó la reforma hacendaria, esa abusiva miscelánea fiscal que indignó a todos.
No se logró ni el crecimiento prometido, ni la creación de empleos ofrecida, ni –mucho menos– la mejoría en el bienestar de la sociedad, que con tanto ánimo aseguraba Peña Nieto que se obtendría apenas llegara él al mando del país.