AUTOR: JENARO VILLAMIL.
Con “chanchullos” y “marrullerías” los senadores panistas y priistas (más los del Partido Verde) le dieron la vuelta a cualquier indicio de oposición de izquierda en el debate de la reforma energética. No era necesario. Tenían la mayoría para aprobar los cambios en votación. Aun así el Senado sesionó protegido por granaderos y bajo la estricta mirada vigilante de los enviados de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray a fin de consumar lo que los críticos independientes consideran la entrega del sector energético al capital privado.
MÉXICO, D.F. Con un recinto doblemente cercado –por granaderos y opositores a la reforma–, con la intervención de funcionarios federales de la Secretaría de Hacienda y en medio de uno de los procesos legislativos más desaseados, en menos de una semana el Senado aprobó sin discusión real los cambios más importantes a la Constitución en los artículos 25, 27 y 28, más un paquete de 21 transitorios que modifican el régimen nacional de energía.
Desde semanas antes el recinto de Insurgentes y Reforma fue “intervenido” por funcionarios de Hacienda –entre ellos el subsecretario de Ingresos, Miguel Messmacher, mano derecha del titular Luis Videgaray– para acelerar el paquete de reforma fiscal negociado con el PRD, el paquete financiero, la reforma político-electoral y sobre todo la energética.