AUTOR: CARLOS ACOSTA CÓRDOVA Y JUAN CARLOS CRUZ VARGAS.
TOLUCA, Edomex: Fue sólo un instante. Pero suficiente para apreciar la novatez del presidente Enrique Peña Nieto en materia de encuentros internacionales.
Daban las 12 con 42 minutos cuando el presidente estadunidense Barack Obama ingresó al vestíbulo del Palacio de Gobierno. Tras de sí un grupo de cuatro escoltas personales. Peña Nieto lo recibió, solo, con apenas el canciller José Antonio Meade a unos metros de distancia, atrás suyo.
Nervioso, el mexicano intentó fugazmente fundirse en un abrazo –al clásico estilo del político mexicano– con su invitado. Pero Obama, sutilmente, apenas perceptible la acción, lo contuvo. Con su mano izquierda detuvo el brazo del mexicano, que se aprestaba al abrazo. A Peña se le desdibujó la sonrisa y perdió el control momentáneamente.
Tanto, que después del saludo que se pretendía efusivo, el presidente mexicano no acertó a decirle a Obama qué procedía después del saludo. Se colocaron frente a las banderas de Estados Unidos y de México. Parecía que iban a saludar a ambos lábaros.