AUTOR: JESUSA MATÍNEZ.
La iniciativa presidencial para modificar las leyes energéticas es una coladera de petróleo y de dinero. Si se aprueba tal como la mandó Peña Nieto, las empresas podrán negociar cuánto pagan de impuestos y cuánto hidrocarburo le dejan al país. Sólo tienen que convencer a la Secretaría de Hacienda, encabezada por un incondicional del presidente. Chevron, por ejemplo, supuestamente ya sondeó la posibilidad de hacerse con 85% de la renta petrolera.
MÉXICO, D.F: Si las leyes secundarias de la reforma energética se aprueban tal como las propuso el gobierno federal, llevarán a la firma de “contratos leoninos, hiperfavorables para las compañías” y con grandes desventajas para la nación.
Las razones son la discrecionalidad con que podrá actuar la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el hecho de que la renta petrolera que recibirá el gobierno no está claramente fijada y la opacidad acerca de los ingresos que obtendrían las empresas privadas gracias a la reforma.
Los nuevos tipos de contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos (licencia, de producción compartida y de utilidad compartida) que se permitirán en caso de aprobarse la nueva reglamentación también pueden poner de rodillas al país, advierten Fluvio Ruiz, consejero independiente de Petróleos Mexicanos, y su equipo de trabajo.