AUTOR: JESÚS CANTU (ANÁLISIS)
MÉXICO, D.F: El actual gobierno federal retomó la ruta del salinismo tanto en la aprobación de las llamadas reformas estructurales (que quedaron pendientes por la crisis de 1994 y los 12 años de gobiernos panistas) como en la creación de órganos autónomos simulados, es decir, con autonomía constitucional formal y jurídica, pero capturados fundamentalmente por el Ejecutivo –y su partido en el gobierno–, que así actúa más libre e impunemente, pues lo hace sin aparecer formalmente en escena.
Durante el sexenio salinista se concretó la autonomía al Banco de México y fueron creados, jurídicamente con ese carácter, el Instituto Federal Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos; sin embargo, en los hechos, el entonces presidente Carlos Salinas mantuvo siempre el control de los mismos a través de los miembros de sus órganos de gobierno.
Cuatro sexenios después la receta se repite, con las adecuaciones que el actual reparto de poder demanda. Así, el Ejecutivo y el PRI aseguran su predominancia, pero aceptan compartir la integración de los órganos de gobierno con las dirigencias del PAN y el PRD.