AUTOR: JENARO VILLAMIL.
Ante un país en su mayoría silenciado y una obsecuente mayoría del Congreso de la Unión, el presidente Enrique Peña Nieto encabeza este lunes 11 la ceremonia de promulgación de las leyes que culminan la reforma energética emprendida por su gobierno, pero no necesariamente originada en México. El país da un giro radical de la mano de los designios de Estados Unidos. Una y otra vez, el actual mandatario y sus antecesores han negado la existencia de acuerdos previos con Washington y con las grandes compañías estadunidenses para dejar prácticamente en sus manos la riqueza petrolera nacional. Esos pactos, cristalizados ya en la forma de Acuerdos Transfronterizos sobre Hidrocarburos y reforzados con las nuevas leyes, irían mucho más lejos: según un informe del Senado estadunidense, “las reformas energéticas determinarán en qué medida México será parte de la futura seguridad energética de Estados Unidos y América del Norte”.
MÉXICO, D.F: El paquete de seis dictámenes de la reforma energética que se aprobó por ambas cámaras del Congreso mexicano fue planeado, diseñado y cabildeado desde la oficina de un poderoso senador estadunidense, el republicano Richard Lugar, quien el 21 de diciembre de 2012 pronosticó, en un extenso informe al Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, presidido por John F. Kerry, que los Acuerdos Transfronterizos sobre Hidrocarburos (ATH) –para regular los yacimientos en el Golfo de México- se convertirán en el “Caballo de Troya” para permitir la apertura completa de las inversiones extranjeras en el sector.