AUTOR: Tiyat Tlali.
San Salvador Atenco, 17 de agosto de 2014. El despojo es una realidad cotidiana que padecemos todas y todos: despojo de la tierra, del agua, del aire, de la biodiversidad, de nuestros saberes, del patrimonio familiar y comunitario, de los bienes comunes, de nuestros derechos individuales y colectivos, de nuestros sueños y nuestras esperanzas.
No es algo nuevo, pero en los tiempos del neoliberalismo el despojo se ha intensificado. Para nuestro profundo agravio, el despojo se manifiesta también en la descomposición social de la población de nuestro país. Sin embargo, la población no ha permanecido pasiva ante esta barbarie: el incremento de los intentos de destrucción y robo han también hecho crecer las resistencias.
Los megaproyectos que se imponen se hacen sin el consentimiento de las comunidades. Nos despojan los proyectos mineros, las represas, los parques eólicos, las carreteras y ductos. Nos imponen urbanización desordenada, desarrollos turísticos, privatización de los servicios básicos, se adueñan de la biodiversidad y le ponen precio, comercializan y empobrecen nuestra riqueza cultural.