Zaffaroni, quien fue Minisitro de la Corte Suprema de Justicia de su país desde 2003 hasta finales de 2014, expresó su tristeza porque en esa nueva cara del colonialismo, “más sutil, perversa y sangrienta”, México se esté “llevando la peor parte”.
“Lo que se está viviendo (en México) es un verdadero genocidio. Un genocidio por goteo. Sumen 10 años de muertos y tendrán una pequeña ciudad. Una Hiroshima o Nagasaki hechas con un poquito más de paciencia. El genocidio no deja de ser genocidio por el hecho de que se continúe en el tiempo, lentamente”, dijo el experto en Derecho Penal y Criminología, pero también un reconocido defensor de los derechos humanos a nivel internacional.
En una participación breve aunque contundente, el doctor Eugenio Raúl Zaffaroni se presentó durante una conferencia acontecida el pasado martes por la noche en el Distrito Federal.
Fue en el marco de la Cátedra de Derechos Humanos Abuelas de Plaza de Mayo, en la Universidad del Claustro de Sor Juana, destinado a conmemorar los 39 años del Golpe de Estado que el 24 de marzo de 1976 dio inicio a una de las dictaduras más cruentas de que tenga memoria el continente latinoamericano y que dejó un saldo de 30 mil desaparecidos en dicho país sudamericano.
Se esperaba una conferencia magistral de una de las figuras más rutilantes en materia de derecho y justicia en el continente, pero una indisposición que derivó en un estado febril y obligó a la atención médica previa a su presencia en el Auditorio Divino Narciso en uno de los edificios antiguos más bonitos y mejor preservados del Centro Histórico, impidió la conversación con el público y redujo el discurso del ex Juez de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, a unos pocos minutos.
Acompañado por la escritora Sandra Lorenzano, Vicerrectora de Investigación, Universidad del Claustro de Sor Juana; el doctor José Steinsleger (escritor y periodista); la doctora Leticia Bonifaz Alfonzo, Directora General de Estudios, Promoción y Desarrollo de los Derechos Humanos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), y la Embajadora de Argentina en México, Patricia Vaca Narvaja, el ex magistrado fue de todos modos demoledor al analizar la situación de violencia y derechos humanos en nuestro país.
CERCANO A LA CULTURA MEXICANA
Previo a su conferencia, Eugenio Raúl Zaffaroni se disculpó por su estado de salud. “Tengo 38 grados de fiebre y probablemente estaré más incoherente que de costumbre”, bromeó, tras lo cual recordó sus inicios en el derecho y particularmente su trabajo como juez durante la dictadura argentina, un hecho que México, según afirmó, tendría que tomar como referencia a la hora de justipreciar la situación de violencia e impunidad en que se encuentra sumido.
“No hablo desde la soberbia. Vine a México muchos años antes de la ola del exilio post-dictadura y México en aquellos momentos me abrió una enorme comprensión sobre América Latina”, contó.
“Aquí fui discípulo de Alfonso Quiroz Cuarón (1910-1978), quien fue el que investigó el asesinato de León Trotsky y fundador del Instituto de Investigaciones Especiales del Banco de México; fui discípulo de Celestino Porte Petit (1910-2002), uno de los penalistas más conocidos de México y ellos me incorporaron a la cultura mexicana, razón por la que me duele mucho lo que está pasando acá”, afirmó.
Zaffaroni, un hombre de voz dulce, un tic en el rostro por el que cierra los ojos en forma constante, vestido de verde, con ropa de calle, lanzó entonces una advertencia a nuestro país en el sentido de que “no crean ustedes que los argentinos nos dimos cuenta inmediatamente de lo que nos pasaba aquel 24 de marzo de 1976 (Golpe de Estado militar contra el gobierno constitucional). Todos creímos que era un Golpe de Estado más, que se correspondía con esa normalidad patológica a la que estábamos acostumbrados”, relató.
“No sabíamos lo que iba a pasar. Me fui del Juzgado Federal. Me degradaron y me dieron un juzgado de sentencia en un altillo, desde no obstante librábamos algunos Habeas Corpus. Los campos de concentración no salían en los periódicos y no nos decían naturalmente dónde estaban las personas desaparecidas”, narró.
“Un día llegó uno donde sí pudimos investigar quiénes se los habían llevado. Al final le mandé un oficio a (Jorge Rafael) Videla (1925-2013) –ex dictador de Argentina, fallecido en la cárcel, donde permanecía condenado por graves delitos contra los derechos humanos– pidiéndole la nómina de personas autorizadas a detener. No se la dan y no se la darán, fue la respuesta”, contó Zaffaroni, para luego admitir que la dimensión real de la dictadura militar en su país la percibió en 1978 hablando con los exiliados argentinos en Europa.
“Se trataba efectivamente de un genocidio y de la dimensión de ese genocidio tomé conciencia. No es un tema de contabilidad, no se trata de contar cadáveres, pero era masivo, estaba hecho con suma crueldad y programado fríamente”, explicó el experto de la justicia, al tiempo de confesar que la sensación que experimentó en Alemania pensando que tal vez estuviera sin saberlo compartiendo un café con un criminal nazi se le reprodujo en la Argentina, donde existían amplios sectores de la clase media “que legitimaban todo”, es decir, los secuestros y desapariciones hacia otro amplio sector de la sociedad.
CUIDADO, MÉXICO
En ese sentido, en el de no reaccionar a tiempo, es que el magistrado pidió a México que tenga cuidado. “Siento mucho lo que está pasando acá. Así como a nosotros nos ocultaban las desapariciones y los muertos, creo que aun cuando sea un momento distinto de la historia latinoamericana, se corre en México el riesgo de no saber realmente lo que está pasando”, advirtió.
En su visión, en nuestro continente ya no hay cabidas para dictaduras como la del mencionado Videla en Argentina o como la de Augusto Pinochet (1915-2006), “pero no porque hayamos conseguido nada, sino porque se terminó el neocolonialismo”, precisó.
“Fue una etapa que comenzó con la Revolución Industrial y terminó con nuestras dictaduras de Seguridad Nacional. A partir de entonces entramos en una fase más avanzada del colonialismo, que es la actual y que no se vale de Golpes de Estado tradicionales, sino de desestabilizaciones y de un control social muy perverso que se juega por sociedades excluyentes, donde hay un 30 por ciento de incluidos y un 70 por ciento de excluidos”, explicó.
Para Zaffaroni, la forma de controlar a los excluidos es instigar y fomentar la conflictividad para que se maten entre ellos y de esa forma no puedan tener conciencia de su situación, ni coaligarse ni tener ningún tipo de protagonismo político.
Se trata, según él, de un regreso a la ideología de hace 150 años, la del derrame, consistente en pesar que si el 30 % de incluidos tiene mucho, por lógica su riqueza “se derramará” y algo de ella llegará al 70 % de excluidos.
En este proceso entran los medios de comunicación, con prevalencia de la televisión sobre los periódicos, pues “hoy tiene más importancia la imagen que la palabra”, opinó.
La televisión “nos crea la realidad y ese es el grave problema. Esos medios no están al servicio del capital financiero internacional, son parte del capital financiero internacional y por tanto, al no poder ocultar la violencia, la naturalizan”, dijo, para luego rematar con una advertencia que sonó en el Divino Narciso como un clamor: “México: cuidado con la infamia y el racismo de los que dicen que la violencia es algo inherente al pueblo mexicano.”, afirmó el famoso penalista sudamericano.
QUIÉN ES EUGENIO RAÚL ZAFFARONI
Nacido el 7 de enero de 1940 en Buenos Aires, Eugenio Raúl Zaffaroni es catedrático emérito de la Universidad de Buenos Aires y uno de los tratadistas más importantes de la ciencia penal iberoamericana.
Es Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad del Litoral y ex Ministro de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, cargo que ocupó desde el 2003 hasta el 2014, cuando presentó su renuncia por haber alcanzado los 75 años, edad tope para los magistrados de acuerdo a la Constitución de su país.
Doctor Honoris Causa de la Universidad de Castilla La Mancha, de la Università degli Studi di Macerata (Italia), de la Universidad de Morón, de la Universidad Privada Antenón Orrego (Perú), de la Universidad de Udine (Italia), de la Universidad Nacional de Cajamarca (Perú), de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de la Universidad Nacional de Rosario, de la Universidad para la Cooperación Internacional (Costa Rica), del Instituto Nacional de Ciencias Penales (México, DF), entre otras.
Entre los diversos premios y condecoraciones recibidos a lo largo de su carrera, destacan el Premio Estocolmo de Criminología y la Orden al Mérito otorgada por el Gobierno de Alemania. Es vicepresidente de la Asociación Internacional del Derecho Penal; Presidente y fundador de la Academia Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología; miembro del panel de juristas eminentes de la Asociación Internacional de Juristas que funciona en Ginebra.
Ex becario de la OEA en México y de la Max Planck Stiftung en Alemania. Director General del Instituto Latinoamericano de Prevención del Delito de las Naciones Unidas (ILANUD), San José, Costa Rica en 1991 y 1992.
Es autor de proyectos de reformas a los códigos penales de Argentina, Ecuador y Costa Rica. Actualmente preside la Comisión de Reforma Integral al código penal de Bolivia.
Es autor de más de 25 libros, entre los que destaca el Manual de Derecho Penal, editado también en México y Perú y adaptado para la justicia brasileña.
Es el candidato por Argentina para presidir la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, con sede en San José, Costa Rica.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: MÓNICA MARISTAIN.
LINK: http://www.sinembargo.mx/19-03-2015/1285147.