MÉXICO, D.F: Algo tiene o sabe del peñismo el actual titular de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), Alfredo Castillo, para librar todos los expedientes negros que ha dejado a lo largo de su meteórica y fallida carrera burocrática, porque nunca ha rendido cuentas de sus errores, escándalos, presuntos delitos y complicidades en sus distintos cargos.
De oscuro subprocurador mexiquense pasó a titular de la Procuraduría del mismo estado porque “operó” la increíble y ofensiva historia de la niña Paulette, que alcanzó dimensiones de escándalo internacional.
Como titular de la Procuraduría mexiquense cometió errores que permitieron la “fuga” de algunos capos y el incremento de la disputa entre los tres cárteles del crimen organizado que operan en ese territorio, justo en la zona donde se produjo la ejecución de 22 personas en Tlatlaya.
A pesar de eso, Castillo fue llamado por su amigo Enrique Peña Nieto, recién presidente electo, para ser subprocurador de la República, bajo las órdenes de Jesús Murillo Karam, quien nunca confió en él.
Castillo aspiró a suceder a Murillo Karam como titular de la Procuraduría General de la república (PGR). Era un secreto a voces que Alfredo Castillo no respetaba al exgobernador de Hidalgo y tenía una idea distinta de la manera de dirigir la PGR.
Peña Nieto le encargó directamente a Castillo asuntos tan delicados como los accidentes del edifico B de la Torre de Pemex (enero de 2013) que, según su investigación, fue resultado de una “acumulación de gases”, o preparar el expediente para detener a la maestra Elba Esther Gordillo, antigua aliada del peñismo (febrero de 2013).
Castillo no pudo suceder a Murillo Karam, pero fue colocado por Peña Nieto al frente de la Procuraduría Federal del Consumidor, para apagar el fuego del escándalo provocado por la hija de Humberto Benítez Treviño en el caso conocido como #LadyProfeco en las redes sociales.
El paso efímero de Castillo en la Profeco también dejó huella. No pocas empresas se quejaron de la compulsión punitiva y un tanto discrecional del jugador de tenis y compañero de Peña Nieto en campos de golf.
Frente a la crisis en Michoacán, generada por el avance de los grupos de autodefensa encabezados por el doctor Mireles, Peña Nieto decidió enviar en enero de 2014 como comisionado o “virrey” a su amigo Alfredo Castillo con el triple desafío de salvar el gobierno priista en esta entidad, frenar a los incontrolables grupos de autodefensa y desmantelar a los Caballeros Templarios.
Desde el inicio de su misión, Castillo dejó en claro que era capaz de todo con tal de controlar, cooptar o intimidar a los grupos de autodefensas que no se sometieran a la disciplina presidencial.
Frívolo, Castillo se comparó el 17 de enero de 2014 con el exfutbolista y exdirector técnico catalán Pep Guardiola. Afirmó que su papel como comisionado de Michoacán sería similar a la de un buen director técnico de futbol y no a la de un astro goleador como el argentino Lionel Messi.
Su inconsciente dejó entrever lo que realmente haría en Michoacán: corromper y “abrir la chequera” para fragmentar a la sociedad, a los grupos de autodefensa y a las fuerzas de seguridad.
El Bayern Munich –dirigido por Guardiola– “es muy buen equipo. Además, te abren la chequera para poder contratar a los jugadores que necesites para construir este equipo y tienes la posibilidad de que todos los equipos afiliados manden a sus mejores jugadores”, declaró.
“Como una selección, podemos operar con lo mejor del Ejército, lo mejor de la Marina, lo mejor de la Policía Federal, lo mejor de la Procuraduría local, lo mejor de la secretaría local, lo mejor de la delegación de la PGR, lo mejor de la Seido. Si tienes esa ventaja, que se da muy pocas veces, entonces es obvio que tenemos todas las herramientas y condiciones para, en este caso, ganar”, abundó Castillo.
Un año después, la masacre ocurrida el 6 de enero de 2015 en Apatzingán, Michoacán, reveló que el “Pep Guardiola” de Peña Nieto se había convertido, en realidad, en una mala réplica de un sanguinario operador, a la usanza del policía Miguel Nazar Haro, cerebro de la Brigada Blanca que operó en los años de guerra sucia de Guerrero.
El reportaje publicado esta semana por Laura Castellanos en Proceso, así como el video que respalda estos testimonios –divulgados también por Aristegui on line y Univisión–, confirman que Alfredo Castillo consintió y protegió masacres y delitos de lesa humanidad.
Castillo envileció a los autodefensas y creó un sospechoso grupo conocido como G-250, similar a las Brigadas Blancas, con permiso para delinquir.
En medio de estos testimonios, Castillo vuelve a demostrar su talante frívolo y a menospreciar la tragedia de ese día en Apatzingán.
En entrevista con Milenio TV, en un programa de deportes, afirmó este martes 21 que los videos y testimonios difundidos por Proceso están “distorsionados, sacados de contexto”.
“Te lo digo como perito en la materia: entre testimonios anónimos y gente con nombre y apellido que da una declaración y que está validada (dentro de una investigación oficial), te puedo decir que nos quedamos con lo que en su momento está”, afirmó Castillo.
En su cuarto cargo en el gabinete peñista en menos de tres años –ahora como titular de la Conade–, Alfredo Castillo prefiere resguardarse en el colchón presidencial para no ser investigado ni llamado a declarar como posible responsable de la masacre de Apatzingán, conocida ya en las redes sociales con el hashtag #FueronLosFederales.
La gran diferencia es que el admirador de Pep Guardiola ya no tiene el beneficio de la duda, sino un cúmulo de agravios y denuncias en Michoacán que lo asemejan a Nazar Haro.