Usar alegremente el término de “terrorista” y el concepto de “organización terrorista” es habitual en el lenguaje de odio de las redes sociales, sobre todo en las cuentas anónimas, pero es irresponsable si los emplea un abogado de la Escuela Libre de Derecho, con maestría y doctorado en leyes y diplomacia en la Escuela de Derecho y Diplomacia Fletcher, la más antigua de Estados Unidos.
O quizá es por esos títulos que González Guajardo escribió este lunes 6 en su cuenta de Twitter una frase que no puede pasar desapercibida: “Escenas de miembros (del) CNTE cortando pelo/humillando a maestros que participaron en concurso de plazas remiten a organizaciones terroristas.”
Cuando leí que el presidente de Mexicanos Primero compara a la CNTE con una “organización terrorista” escribí, también en Twitter, que la agresión a los maestros en Chiapas es condenable, pero compararla con terrorismo es una desproporción de quien se supone educado y es también un llamado al aniquilamiento.
Pensé que este señor, hijo de Claudio X. González, dueño del gigante papelero Kimberly Clark, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), del Consejo Mexicano de Negocios y artífice de las reformas “estructurales” privatizadoras desde que fue asesor de Carlos Salinas, rectificaría su imputación a la CNTE de ser terrorista, que se asocia a violencia y la muerte.
Pero no, sólo matizó el alcance de su exigencia: “No su aniquilamiento, pero si (sic) que deje de aterrorizar y se someta, igual que todos, a las leyes y al Estado de derecho… usan el terror y la intimidación para lograr sus fines”.
–Sí –le respondí–, pero ¿sigue pensando que las acciones de la CNTE son propias de “organizaciones terroristas”?
–Aterrorizan y chantajean para obtener sus fines, ¿no es cierto?
–Eso hace todo grupo de presión y de interés: Empresarios, medios, usted. ¿Eso es terrorismo?
Ya no respondió, y emití otro mensaje que tampoco encontró respuesta: “Si los terroristas ‘aterrorizan y chantajean para obtener sus fines’, según Claudio X. González, su padre es terrorista”.
La imputación no es familiar ni gratuita, sino a un personaje cuyas acciones, decisiones y omisiones como líder empresarial –el más influyente desde Salinas, quien hoy hace 27 años ganó fraudulentamente las elecciones–, son de interés público y están asociados justamente con el chantaje y el terror para obtener sus fines.
En otro momento habré de ocuparme de Claudio X. González padre, quien el mes pasado dejó la presidencia del Consejo Mexicano de Negocios, pero vuelvo al uso del término “terrorista” por parte del creador de Fundación Televisa, que no es gratuito ni fortuito.
No habría que descartar que, justamente por denuncia expresa o presión de Mexicanos Primero o el propio González Guajardo, pueda procederse contra integrantes de la CNTE por terrorismo, cuyo delito, el año pasado, fue incrementado en su castigo hasta con 40 años de cárcel, tras la iniciativa enviada por el presidente Enrique Peña Nieto y avalada en el Congreso por el PRI, el PAN y sus satélites.
Ni siquiera la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido capaz de definir qué es “terrorismo”, sobre todo por oposición de Estados Unidos –el país más belicista del planeta–, pero el Grupo de Alto Nivel hizo una aproximación: “Atenta contra los valores más centrales de la Carta de las Naciones Unidas: el respeto de los derechos humanos, el Estado de derecho, las leyes y usos de la guerra que protegen a la población civil, la tolerancia entre los pueblos y naciones, y la solución pacífica de las controversias”.
Dice más: “El terrorismo florece en situaciones de desesperanza, humillación, pobreza, opresión política, extremismo y violaciones de los derechos humanos; también florece en el contexto de los conflictos regionales y la ocupación extranjera, y se aprovecha de la capacidad insuficiente de los Estados de mantener el orden público”.
Pero en México el artículo 39 del Código Penal dice que comete el delito de terrorismo quien “utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación”.
¿Vale para la CNTE, que suele cometer infamias inaceptables, que atenta contra el propio gremio? Sí, pero también para quienes, como González Guajardo, linchan con un lenguaje de odio apoyado en todo el poder mediático que encabeza Televisa.
Y cuando los extremos se tocan, se entra en un tobogán de odio imparable…
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: ÁLVARO DELGADO.