A la una y veinticinco se iluminó el centro del escenario, dispuesto un pódium de madera y de fondo los estandartes de la universidad nacional para la aparición del aún rector, quien se dispuso a leer su mensaje en uno de sus últimos actos solemnes.
A dos días de que inicie formalmente el proceso de su sucesión, aseguró que la Junta de Gobierno garantizará una elección en absoluta libertad, con “los más altos estándares” dentro de la normatividad universitaria.
Ante las críticas a esa normatividad, pidió tolerancia y deseó que sean “los proyectos y las ideas expuestas” lo más importante. “Que no quepa la menor duda de que estoy preparado para ser un buen exrector. Tengan la seguridad de que seré absolutamente cuidadoso de los tiempos, las formas y las normas de nuestra comunidad”, dijo, reiterando su confianza en el futuro de la UNAM.
Resaltó el papel de las universidades públicas en la sociedad contemporánea.
“He ganado argumentos en mi convicción de que la labor de la universidad supera a la de transmitir y generar conocimiento. El objetivo mayor tiene que ver con la formación de ciudadanos libres, con principios éticos y compromiso social, preparados para vivir en democracia, para ser solidarios con los demás y para defender los derechos humanos”.
Aseguró que la UNAM vive una buena etapa en investigación y difusión de la cultura, con gran infraestructura y acervos para desarrollar todas las áreas del conocimiento, “resultado” de tres lustros de continuidad.
En cifras, se manifestó orgulloso de que, bajo su administración, el total de alumnos de primer ingreso a la universidad ascendió a 710 mil, se titularon 154 mil y se graduaron 32 mil especialistas. Presumió también que 22 mil maestros y 5 mil 700 doctores, además de 210 mil estudiantes de bachillerato, concluyeron sus estudios. En términos de cobertura, dio cuenta de un aumento de más 45 mil jóvenes en la matrícula.
En cuanto a rendición de cuentas se refiere, Narro se comprometió a que los informes de todo lo logrado y lo no conseguido en los planes de desarrollo será público, como públicas serán las cuentas para quienes quieran revisarlas. Los libros blancos para la siguiente administración y los estados financieros serán sometidos al escrutinio de las instancias correspondientes y abiertos a la comunidad.
Anunció una próxima publicación que contenga puntos de vista y razones que lo llevaron a tomar las decisiones más relevantes de su administración. Y adelantó: “Nunca impulsé una acción sin consenso”.
En presencia de miembros del patronato, de los consejeros universitarios, exrectores, directivos, colaboradores, profesores, investigadores, doctores honoris causa, invitados nacionales y extranjeros, estudiantes y trabajadores, dijo que recibió una institución con prestigio. “Y así la entregaré (…) Asumo los errores y defectos que se registraron. No hay retórica. Le toca al rector asumir la decisión final”.
Marcada su gestión por su pasado en la función pública, en más de una ocasión mostró su agradecimiento a los distintos poderes de la República. “Nadie le impidió criticar la desigualdad, la pobreza, la falta de acceso a la educación, a los servicios de salud, al empleo digno o a la alimentación, a los niveles de injusticia, corrupción e impunidad, exclusión de indígenas, mujeres y pobres.
“Quiero reconocer que ningún funcionario gubernamental o político usó su autoridad para intentar dañar a la universidad por las opiniones del rector. Por ello no debe faltar mi agradecimiento a los funcionarios gubernamentales, a los partidos políticos y a sus dirigencias, a los servidores públicos federales, estatales y municipales, a los legisladores y a los miembros del poder judicial. A todos ellos mi gratitud por el apoyo recibido y por el respeto que mostraron hacia la universidad nacional, lo mismo en los momentos positivos que en las circunstancias difíciles por las que atravesamos en estos ocho años”, fueron las palabras de Narro, y admitió haber sentido el peso de la responsabilidad.
“Estoy acostumbrado a la crítica y ejercí mi derecho a discrepar”, dijo.
También agradeció el respaldo de empresarios, intelectuales, artistas y actores religiosos de todos los credos.
Aseguró que defendió la autonomía ante todo poder, que fue rector de tiempo completo y que vivió de un salario “honestamente devengado”.
Del orgullo de ser universitario, dijo: “Eso lo lleva uno en la piel, en la sangre, en ese continente del alma que llamamos corazón”.
Al final, sin evidencias en la voz, se dijo conmovido: “Qué momento más complejo, lleno de recuerdos y de sentimientos. Qué difícil es decir adiós a una tarea tan grata. Qué emoción. Qué gusto. Qué tristeza”.
Si estuvo a la altura del desafío, concluyó, será tarea de la comunidad juzgarlo: “Yo sólo puedo decir que hice todo lo que pude, que me esforcé al límite de mis capacidades. Sin embargo, eso no basta. A la comunidad corresponde el juicio. Son ustedes los que tienen la palabra. Por mi raza, hablará el espíritu”, terminó José Narro para abrazarse y perderse en la fila de los exrectores de la UNAM, con una goya de fondo.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: SANTIAGO IGARTÚA.