MÉXICO, D.F: El atentado contra el exgobernador de Colima Fernando Moreno Peña, jefe del grupo político local más poderoso en las últimas décadas, ocurrió en un momento de vacío de poder en la entidad, derivado de la inminente sucesión en el gobierno estatal, y en el contexto de una disputa de cárteles del narcotráfico por el control del puerto de Manzanillo.
Cabeza del Grupo Universidad, rector de esa institución educativa de 1989 a 1997 y gobernador de Colima de 1997 a 2003, Moreno Peña fue marginado del poder durante los gobiernos de Silverio Cavazos Ceballos y Mario Anguiano Moreno; pero el triunfo de José Ignacio Peralta Sánchez en la reciente elección de gobernador –cuya validación se espera por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF)– ha sido visto localmente como el retorno del “fernandismo” al poder.
Por lo pronto, el ataque contra el exmandatario, quien sobrevivió a los cuatro tiros recibidos mientras desayunaba en el restaurante Los Naranjos Campestre de la capital colimense, marcó el cierre de la administración de Anguiano, caracterizada desde el principio por la violencia del crimen organizado.
El sexenio de Anguiano, que concluirá el sábado 31 de octubre, se inauguró con los asesinatos del exgobernador Cavazos Ceballos, su antecesor y aliado político, y de Saúl Adame Barreto, su coordinador de asesores, en noviembre de 2010 y febrero de 2011, respectivamente.
La autoría fue atribuida por las autoridades, en el primer caso, a La Familia Michoacana; en el segundo, al Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), aunque nunca se explicaron públicamente los móviles.
Principal opositor, dentro del priismo, del gobierno de Anguiano, Moreno Peña se valió de sus alianzas en el PRI nacional para tratar de impedir su candidatura en 2009, con el argumento de que tenía supuestos vínculos con el narcotráfico –uno de sus hermanos estaba preso, acusado de narcomenudeo–, pero el gobernador saliente, Cavazos, respaldó al entonces alcalde de Colima y lo convirtió en su heredero político.
Según el coordinador estatal de Seguridad Pública, Félix Humberto Vuelvas Aguilar, la agresión contra Moreno Peña se suscitó a las 10:20 horas del lunes 12, cuando dos hombres armados con pistolas calibre 9 milímetros se introdujeron al restaurante, pero en el sistema de videovigilancia del lugar se aprecia que sólo uno le disparó, casi a bocajarro.
Con lesiones en un lado del cuello, el tórax, una mano y uno de los codos –ninguna de ellas letal–, el exmandatario recibió los primeros auxilios de parte de su acompañante, el médico Carlos Salazar Silva, quien lo trasladó en su vehículo al Hospital Regional Universitario.
Aunque Moreno Peña tiene actualmente a su disposición cinco agentes de seguridad proporcionados por el gobierno estatal, ese día les había pedido que no lo acompañaran, reveló Anguiano en rueda de prensa el martes 13.
Por la forma en la cual sucedieron los hechos “pareciera que no lo quisieron matar, porque si esa hubiera sido la intención, se van sobre él y le pegan en la cabeza”, deduce González Villa, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Colima.
En todo caso, añade, “da la impresión de que el propósito fue hacerle saber que no es intocable; pero alguien que ordena un atentado de una figura pública tan conocida en Colima es seguramente tan poderoso y tan influyente como el propio Fernando Moreno, lo que nos dice que éste se mueve en niveles donde las cosas se manejan en otra dimensión y tiene muchos enemigos, no sólo en el mundo de la política, sino también del narcotráfico”.
De acuerdo con González Villa, el mensaje del ataque también podría ser para el próximo gobernador que, conforme al anteproyecto de sentencia dado a conocer por el TEPJF al día siguiente del atentado, podría ser José Ignacio Peralta, quien además de su cercanía con Moreno Peña es parte del grupo del secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
“Creo que el mensaje es para los dos: para Fernando Moreno, a quien hasta cierto punto su arrogancia de andar sin guardaespaldas en lugares públicos lo expuso a que lo mataran, pero también lo es para el próximo gobernador, a quien le están diciendo que no hay ninguna seguridad, nada que pueda evitar que lo asesinen si alguien decide hacerlo”.
(Fragmento del reportaje que se publica en la revista Proceso 2033, ya en circulación)
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: REDACCIÓN.