‘El Teatro del Engaño‘ aborda el caso de Israel Vallarta, quien a diez años del montaje en el que lo detuvieron junto con Florence Cassez, aún no recibe sentencia y está en espera de que se confirme la tortura en su contra, detalló la periodista belga Emmanuelle Steels.
En entrevista para Aristegui CNN, recordó el montaje mediático confesado por las propias autoridades -después de que lo exhibieron los medios de comunicación- el cual provocó la liberación de la francesa en enero 2013, por orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Dos meses después del montaje, un programa de Televisa (Punto de Partida con Denise Maerker) descubrió que esta detención (transmitida por Televisa y Tv Azteca) no había sido en vivo… a partir de la confesión de autoridades, lo que montan es un doble engaño”, señaló.
“Lo que montan es realmente una obra de teatro, donde van repartiendo los roles, donde dan nombres de signos zodiacales a supuestos secuestradores que pasan primero 4 años antes de detenerlos, porque primero esta banda solamente está conformada por Israel Vallarta, que fue torturado, y Florence Cassez, y poco a poco con el paso de los años van a ir deteniendo más miembros, muchos de la familia Vallarta, sobrinos y hermanos de Israel, les van a dar signos zodiacales que ni siquiera son los suyos, van a detener más personas a las que dan varias identidades, y va a haber toda una serie de detalles en la fabricación y elaboración de esta banda, relacionándola con otras bandas ficticias, donde hay muchos detalles rocambolescos, por ejemplo van sacando declaraciones ministeriales para incriminarlos a un personaje que está en coma, detienen a personas sin saber de lo que los acusan, van creando una serie de bandas, una galaxia de bandas, una constelación, y llega un momento en 2009 en que les llegan a faltar hasta víctimas, tienen demasiadas bandas para pocos secuestros”, explicó.
“Esta historia empezó el 8 de diciembre de 2005, van preparando el montaje que tiene lugar el 9 de diciembre de 2005, un día después de la detención y en que se origina la detención de Israel Vallarta y Florence Cassez, viven juntos en una casa a las afueras del DF, en la carretera libre a Cuernavaca, y este caso se origina en el rancho Las Chinitas, que no es un rancho porque es una casa bastante chica y un terreno de diminutas dimensionas, no es un rancho como lo entendemos habitualmente”, expuso.
Todo “se origina en un conflicto de negocios que tiene el hermano de Florence Cassez (Sebastián) quien lleva muchos años en México, con su socio, Eduardo Margolis, tienen un conflicto bastante fuerte donde se reclaman dinero el uno al otro. Eduardo Margolis, un señor muy poderoso, promete vengarse de esta situación”, indicó Steels.
Margolis le reclamaba más de 60 mil dólares a Sebastián, pues afirma que se quedó con la empresa de venta de aparatos para tratamientos estéticos; a él llegan una serie de amenazas y poco tiempo después su hermana es detenida en compañía de Israel Vallarta, quien es amigo de Sebastián Cassez y también conoce a Margolis porque tuvo tratos con Margolis, y de alguna forma la venganza también es contra él por ponerse del lado de Sebastián en el conflicto, abundó.
“Los dos hombres habían recibido amenazas de este empresario, que es cercano a Genaro García Luna, en ese entonces director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), cercano también a Luis Cárdenas Palomino, en ese momento director de la investigación policial en la AFI”, apuntó.
El empresario está en el “centro del complot” porque también existe un lazo con las víctima que van presentando, y quienes atribuyen una serie de secuestros a la banda Los Zodiaco, en la que sitúan a Florence y a Israel como líderes, y cuya existencia el libro pone en duda.
“Él mismo (Margolis) con el paso de los años lo va reconociendo… tuve la posibilidad de entrevistarlo (a Eduardo Margolis) dijo que él iba tras la banda de Los Vallarta, así los llamaba, y posteriormente en el momento de su liberación, Florence Cassez pudo hablar con él por teléfono para reclamarle por qué la puso en esa situación, por qué tuvo que pasar 7 años en la cárcel, y él le dijo: efectivamente, yo solicité la detención pero no la tuya, solamente la de Israel Vallarta, que cuando se estudia su expediente no se encuentran pruebas de que estuviera involucrado en secuestros”, sostuvo la periodista belga.
Fue hasta que un juez de Toluca empezó a aceptarle pruebas a Vallarta -nunca le habían aceptado por considerar que había delito en flagrancia-, cuando comienza a avanzar su proceso, el cual es lento porque las víctimas y los aprehensores no se presentan a acusarlo.
A Vallarta “recientemente le han autorizado que unos peritos le practiquen el protocolo de Estambul, para demostrar la tortura, diez años después de un dictamen de la CNDH que ya demostraba múltiples huellas de tortura por golpes y toques eléctricos”.
Emmanuelle aseguró que “la familia de Vallarta fue detenida, todos fueron torturados, de momento sólo en tres de ellos se les practicó el protocolo de Estambul, que salieron positivos, y dos de ellos han sido sentenciados hace poco a 33 años por un secuestro, delincuencia organizada y portación de arma, es muy importante esta sentencia: son dos sobrinos que se llaman Juan Carlos y Alejandro Cortés Vallarta, dos jóvenes que tenían empleos formales, no tenían un perfil criminal, tienen familias, Alejandro tiene esposa e hijos, no tenían antecedentes penales y no tenían materialmente por sus empleos el tiempo de dedicarse al secuestro. Además, Alejandro Cortés Vallarta pudo demostrar que estaba trabajando en la construcción de un hotel en la Riviera Maya cuando ocurrió el único secuestro por el que fue sentenciado, y sus empleadores llegaron a testificar que ese día estaba trabajando con ellos en Akumal en la construcción de un hotel”.
“Por otro lado, Juan Carlos también pudo demostrar un trabajo formal con ciertos horarios que no le permitían dedicarse al secuestro. La sentencia se basa únicamente en el hecho, ahí el juez lo que hace es decir que no necesariamente tiene que demostrar que participaron en este secuestro, ya que forman parte de una organización de secuestradores, ahí por delincuencia organizada los acusa de rebote de secuestro lo que no debería ser así, diciendo que la existencia de la banda de Israel Vallarta y Florence Cassez está demostrada, sin embargo no lo está, Israel Vallarta no está sentenciado después de 10 años, y Florence Cassez digamos la Suprema Corte echó por tierra las supuestas pruebas que se aportaron de la existencia de esta organización delictiva”, agregó.
Pero “la justicia sentenció a dos sobrinos con base en el prejuicio de la existencia de esta banda liderada por Florence Cassez”, aunque “cuando se estudia a fondo el expediente lo que sí se puede establecer claramente como creo lo hice en este libro es que todas las pruebas testimoniales y materiales, provienen de este montaje, son pruebas que ahí están en la casa de Israel Vallarta pero ahí están porque fueron sembradas, y los propios testimonios de las víctimas, no solamente la forma en la que han variado sino la forma inicial en la que se formulan, diciendo no reconocemos a Israel Vallarta y a Florence Cassez, pero los agentes de la AFI nos dijeron que eran nuestros secuestradores“.
La autora del libro afirmó que sólo las autoridades saben si las víctimas son de otra banda de secuestradores.
Ante este escenario, consideró que “si se aceptan este tipo de montajes, si se validan condenas, encarcelaciones, torturas que resultan de este tipo de montajes, probablemente la sociedad se expone a que se sigan repitiendo este tipo de prácticas, y todos corremos el riesgo de que cuando salgamos a la calle nos detengan, nos torturen y nos acusen de tener personas secuestradas en nuestra casa o cualquier otra cosa”.
Y sentenció: “No solamente la sociedad está dañada por este montaje, también lo está una familia entera, un testigo, David Orozco, que ha muerto después de no recibir atención médica, después de haber sido torturado para acusar a Israel Vallarta y Florence Cassez, era un vendedor de ropa de un tianguis detenido por las autoridades”.
La periodista mencionó que en el libro está el relato detallado de los expedientes y el caso de Israel Vallarta, donde hay un prejuicio de que él es el jefe de una banda de secuestradores, “es un prejuicio que tardé dos años en derribar, estaba convencida de que existía esta banda y de que Israel Vallarta tenía algo que ver con eso”.
Fue “a la fuerza, sembrando pruebas, forzando testimonios” como lograron encuadrar el caso; “lo primero que pensamos es que las víctimas no mienten, pero analizamos declaración por declaración, viendo cómo las víctimas están sometidas, presionadas, logramos desentrañar todo eso”.
ENTREVISTA:
FUENTE: ARISTEGUI NOTICIAS.
AUTOR: REDACCIÓN.
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