“Que el 2016 sea de prosperidad”, es el deseo de Enrique Peña Nieto para los mexicanos. Un deseo poco realizable, un deseo de ficción, un deseo de a mentiritas, un deseo para él mismo, sus amigos y su grupo privilegiado de empresarios, ricos, millonarios, funcionarios y políticos.
En México no puede haber “prosperidad” porque precisamente el gobierno de Peña Nieto se ha encargado de hundir la economía de los ciudadanos y de enviar a este país a un lugar especial del Tercer Mundo.
Somos un país de pobres. 55 millones de pobres, más de la mitad de la población. El gobierno peñista se ha encargado de crear una fábrica de pobres. Cada día, a marchas aceleradas, miles de ciudadanos caen a ese hoyo negro de la pobreza, sin remedio, sin esperanza.
Este gobierno ha sido incapaz de disminuir la pobreza, al contrario, la ha incrementado. Y no es para menos, el Índice de Precios no se corresponde con el salario que pagan miles de empresarios hambreadores que se dedican a acumular riqueza, gracias al pacto de estado y sindicatos con los empresarios, para no aumentar los salarios. El rezago del poder adquisitivo de los trabajadores es del 100 por ciento.
Es increíble que a pesar de la aplastante realidad, Peña Nieto nos quiera vender un mensaje de “prosperidad”. Dijo en su discurso de fin de año: “Nuestro país está destinado a ser una de las naciones más prósperas, de mayor bienestar para su gente, y un gran referente para el mundo. Hoy más que nunca, debemos de creer en México.”
¿Creer en México? Por supuesto que creemos en el potencial de la sociedad civil para cambiar este país, pero no debemos confundir a “México” con el gobierno. En quien no creemos, muchos de nosotros, es en este gobierno corrupto y hambreador. Punto.
El mensaje de Peña Nieto es verdaderamente surrealista, carente de toda realidad: “México es una de las naciones más prósperas, de mayor bienestar para su gente, y un gran referente para el mundo”.
Mentira. Peña Nieto miente. ¿En qué país vive? México es un país terriblemente injusto, sin distribución equitativa de la riqueza, sin salarios dignos, sin posibilidad para el ahorro; con alto endeudamiento en tarjetas de crédito, tarjetas cuyos despropocionados intereses, incrementan a pasos acelerados el nivel de pobreza.
Y no soy yo quien desmiente a Peña Nieto, son los números. Veamos. Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en sólo dos años del presente gobierno, el número de personas en pobreza aumentó dos millones; de 53.3 a 55.5 millones.
¿Alguien duda que el aumento de pobreza es generado por el bajo nivel de ingreso, es decir, por los miserables salarios sostenidos en base a la corrupción y los privilegios de la clase empresarial? Según el Coneval, las personas con ingreso inferior a la línea de bienestar, es decir, las personas que no alcanzan ni para una canasta básica subió de 60.6 a 63.8 millones de personas, equivalente a 53.2 por ciento de la población.
El informe del Coneval corresponde al 2014 y advierte que hay dos carencias que van a la alza: acceso a la alimentación y acceso a los servicios básicos de vivienda.
¿Qué pasó entonces con la Cruzada Contra el Hambre? Pues que no se ven sus resultados. Seguramente su presupuesto es utilizado para fines diferentes, porque la pobreza alimenticia también se incrementa con Peña Nieto. Así lo demuestra este estudio que señala que la población con carencia alimentaria pasó de 27.4 millones a 28 millones. Es decir, 28 millones de personas pasan hambre en México, país rico en recursos, pero terriblemente saqueado por la clase política que nos gobierna.
Pero si de carencias hablamos, la peor de todas, es la de seguridad social. Más de 70.1 millones de mexicanos no tienen seguridad social y 21.8 millones carecen de acceso a los servicios de salud.
Los números siguen desmintiendo la “prosperidad de ficción” que según Peña Nieto existe en México. Existe, según el mismo informe un rezago educativo de 22.4 millones de habitantes y lo que es peor, un total 14.8 millones de mexicanos carecen de vivienda.
Y para hacer énfasis en los bajos ingresos, el estudio demuestra que la población inferior a la línea de bienestar pasó de 60.6 millones a 63.8 millones de habitantes y los mexicanos con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo aumentó de 23.5 millones que había con Felipe Calderón, a 24.6 millones con Peña Nieto.
Con estos números tan aplastante como nuestra ominosa realidad económica, pregunto: ¿Dónde está la prosperidad de la que según Peña Nieto gozamos los mexicanos?
A toda esta imagen de los efectos desastrosos de la política económica de Peña Nieto habrá que añadirle los aumentos salvajes de la cuesta de enero en alimentos, transporte, gasolina, vivienda, salud y un largo etcétera. En pocos días iremos viendo cómo todo aumenta, menos nuestros salarios.
Mientras el gobierno de Peña Nieto siga distanciando la política económica de la política social, México seguirá siendo un país de pobres. El abismo que separa sus cálculos políticos de las necesidades de la población continuará generando millones de pobres.
La Cepal tampoco se equivoca al señalar a México como el segundo país más desigual de América Latina y uno de los más desiguales del mundo. La pregunta dirigida a Enrique Peña Nieto y su séquito de privilegiados es: ¿Qué tan aislados y amurallados tendrán que vivir para no ver a los millones de pobres y hambrientos y no sufrir las consecuencias?
Que los ricos, millonarios y clase política enriquecida de México, cuyas fortunas han sido construidas en base a la explotación de los mexicanos y al expolio de la nación, se cuiden porque tarde o temprano la realidad de miseria los alcanzará de una manera u otra. No tengan duda.