“Misión cumplida”, presumió el presidente Enrique Peña Nieto en su cuenta de Twitter. Y ni una sola palabra antes y después de la recaptura de El Chapo sobre el crimen de la alcaldesa de Temixco. Ni una sola mención a los jóvenes desaparecidos en Tierra Blanca, Veracruz. Ahí no hay misión que cumplir. Su gobierno sólo opera en función de rating.
En menos de una semana El Chapo Show se convirtió en un extraño circo con juicios paralelos mediáticos, no contra los responsables políticos de su fuga, no contra las redes financieras que lavan el dinero del cártel, no contra los cientos, quizás miles de funcionarios de éste y otros 54 países donde tiene presencia la organización criminal.
El juicio se emprendió primero contra el actor norteamericano Sean Penn, quien se salvó de un citatorio judicial porque hábilmente se lavó las manos con un texto en Rolling Stones, pero embarcó a la actriz mexicana Kate del Castillo.
La intérprete de varias telenovelas y de la teleserie La Reina del Sur se transformó en la obsesión del gobierno, de Peña Nieto y de sus analistas, comentaristas y filtradores siempre dispuestos a reproducir sin chistar la versión oficial que salga de alguna oficina de prensa.
Filtraron la serie de conversaciones vía chat entre Kate del Castillo, un abogado de Guzmán Loera y el propio Chapo. La citaron a declarar en “calidad de testigo”, al tiempo que se volvió a mencionar que la Procuraduría General de la República (PGR) recibió información financiera sobre las empresas de Kate del Castillo.
Presuntamente, el “documento” recibido se estudió por las autoridades mexicanas el 28 de enero pasado y confirma que el Departamento de Estado estadunidense “y su sistema de agencias” encontró “probables causas de delitos imputables a la ciudadana mexicano-estadunidense”. No tienen pruebas contundentes, al menos no las han mostrado. Eso sí, mucha especulación y tequila de por medio.
Rápidos y furiosos, una unidad de inteligencia financiera del Sistema de Administración Tributaria (SAT) y otra de la PGR, especializada en blanqueo de capitales, realiza una investigación contra la actriz. Nunca se vio tal eficacia, ni siquiera en el caso de Humberto Moreira y menos en el de Arturo Montiel o Tomás Yarrington. Ellos son de “la familia”.
En paralelo con el juicio mediático a Kate del Castillo, las investigaciones se concentraron durante la última semana en la diputada local panista de Sinaloa, Lucero Sánchez López, a quien la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SIEDO) la acusa de haber recibido dinero de El Chapo Guzmán en su campaña electoral local.
La diputada Sánchez López ha negado las acusaciones. Rechazó también haber sido la misma persona que visitó a Guzmán Loera en su anterior estancia en el penal de Altiplano, y se reservó el derecho a declarar si conocía o no a El Chapo Guzmán.
Tal parece que en El Chapo Show las únicas posibles responsables de complicidad son una actriz que promueve un tequila y una diputada local de Sinaloa. Ambas mujeres responden al perfil de posibles cómplices del capo galán, que cometió errores elementales que condujeron a su recaptura. Ambas en esta extraña reincidencia misógina del gobierno de Peña Nieto contra mujeres que le resultan incómodas.
Nadie nos ha podido explicar por qué si El Chapo es tan poderoso, millonario y con tal poder de corrupción, no existe entre los sospechosos ningún exgobernador, alto mando militar, empresario, banquero, y sólo una diputada local, una célebre actriz y seis funcionarios del sistema penitenciario a quienes acaba de inhabilitar la Secretaría de la Función Pública.
En el mismo guión de El Chapo Show “filtraron” un video a Televisa, quizá proveniente del departamento de producciones especiales de la Secretaría de Marina, para convencernos de lo heroico de los elementos de la Armada que atraparon al capo.
La productora independiente Canal Seis de Julio, dirigida por el cineasta Carlos Mendoza, realizó un estudio sobre estos videos transmitidos en Primero Noticias por Carlos Loret de Mola, y los videos oficiales de la Marina que se distribuyeron entre varios medios de comunicación, y encontró “una serie de probables anomalías” que conducen a la posible “siembra de evidencias”.
En la nota publicada por Gustavo Castillo en La Jornada, el pasado 31 de enero, Canal Seis de Julio advierte algunas de esas anomalías:
-Se alteró la escena, especialmente en la recámara del capo.
-En la cama que supuestamente correspondía a Guzmán Loera había objetos que no estaban en la grabación oficial que se proporcionó a los medios de comunicación.
-Los videos de la serie La Reina del Sur no estaban sobre la cama en el momento en que los efectivos de la Marina llevaron a cabo el operativo, aunque después lo señalaron como uno de los “hallazgos”. Tal parece que se configura un nuevo delito en los juicios paralelos: ver teleseries.
En otras palabras, podemos estar ante otro telemontaje a modo del guión de El Chapo Show.
En la cadena Univisión, Kate del Castillo reiteró buena parte de lo publicado por Lydia Cacho en Proceso y advirtió que si no habla del tema de El Chapo “es porque mis abogados me lo han aconsejado, ya que el gobierno de México me quiere a fuerza destrozar”.
En el círculo del “cuarto de guerra” de Los Pinos están convencidos de que existe una “estrategia” para victimizar a Kate del Castillo, en la que participarían actores, periodistas como Lydia Cacho, productores como Epigmenio Ibarra, conductores como Jorge Ramos de Univisión y quizá hasta los usuarios de redes sociales.
Inventan la conspiración para justificar el linchamiento.
Nuevamente no quieren darse cuenta o no les conviene que si alguien volvió heroína a Kate del Castillo en esta mala historia de charros y gángsters son los propios guionistas de El Chapo Show.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JENARO VILLAMIL.
LINK: http://www.proceso.com.mx/428519/el-chapo-show-montajes-y-juicios-mediaticos