"Fueron los guachos, lo tenían boca abajo en la carretera, a la altura de la portezuela del conductor, estaba todo sucio de la playera, como si lo hubieran golpeado, bien revolcado. Eran dos militares de complexión delgada. Uno de piel clara. Si los veo, bien que los ubico", declara un testigo desde el anonimato ante el Ministerio Público (MP) de Tierra Blanca, expediente número 181/2016.
La hermana del finado advierte que no quedará impune el delito, ligado presuntamente, a dos elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) del batallón 80 de infantería, con base militar en la colonia Primero de Mayo, perteneciente a Tierra Blanca, Veracruz.
La familia victimizada emitió una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) con número 18433/2016 y están a la espera de las recomendaciones correspondientes. "Esto no se va a quedar así, a mi hermano lo torturaron. Tiene marcas en todo el cuerpo. La piel de los tobillos se le levantó hasta las rodillas. Lo molieron a golpes".
Los perros ladraron a las afueras del Servicio Médico Forense (Semefo), a la par de los quejidos de la viuda. El hermano, por su parte, furioso, advirtió al comandante de la policía ministerial terrablanquense: "más vale que encuentres a esos cabrones, no vamos a esperar mucho tiempo. No hagas que yo mismo los encuentre y los mate".
Pasaron 96 horas de insomnio, desde el pasado lunes 29 de febrero. Hubo esperanzas de recuperar a Víctor García con vida. La madre gastó sus lágrimas y plegarias frente al altar de los cinco jóvenes de Playa Vicente. Instaló la fotografía de Víctor, alias El Calihua. No obstante, el trágico final lo anticipó el comandante ministerial: "señora, encontramos un cadáver en el ejido Salvador Gonzalo García, Tierra Blanca, acompáñeme, por favor". Así comenzaría el funesto desenlace…
"Salió a trabajar y lo
levantaron los militares"
Con base en la denuncia, con número 181/2016, Víctor García salió de su domicilio, en Tezonapa, Veracruz, en punto de las 8:00 horas del lunes 29 de febrero. "Se fue a trabajar, es mecánico automotriz, en estos tiempos de zafra los camioneros solicitan seguido sus servicios. Pero ya no regresó" comparte la viuda.
Un día previo a la desaparición bebió una tanda de cervezas. Aun así cumplió con la promesa de su esposa y la acompañó a escuchar misa. También la llevó a cenar garnachas en el centro del pueblo.
"El lunes me comentó que iba a salir a hacer una chambita para sacar un poco de dinero". Víctor García bebió café con leche. Se despidió de su gorda, como llamaba de cariño a su cónyuge.
Las horas se gastaron hasta las 13:45 horas, la última conexión en WhatsApp registrada del occiso. La preocupación se desató horas después, una llamada alertó a la viuda: "señora, Laura, a su marido se lo llevaron los soldados rumbo a Los Mangos; vayan a buscarlo".
De acuerdo con la versión de un testigo anónimo, eran las 13:00 horas con 30 minutos del pasado 29 de febrero, el declarante conducía su vehículo sobre la carretera conocida como "La Condusa", que conecta las comunidades de Cerritos y la Colonia Agrícola Primero de Mayo.
"Yo fui a ver lo de un tractor para poder trabajar mi campo. Adelante de mí iba un carrito de los guachos, como la gente conoce a los militares. Iban camino a su base. De momento disminuyeron la velocidad y entonces vi que otros dos soldados tenían a Víctor".
"Estaba boca abajo, sobre la carretera de terracería, a la altura de la portezuela del conductor. Estaba todo sucio de la playera, como si lo hubieran golpeado, bien revolcado. Eran dos elementos, de complexión delgada. Uno de piel clara, es lo que recuerdo, pero si los veo bien que los ubico".
"La verdad por temor no quise detenerme, qué tal si me madreaban. Seguí mi camino normal. Porque últimamente a todo el que anda por ahí piensan que anda ordeñando los ductos de Pemex. Hasta si te bajas a desaguar u orinar te golpean".
"Lo buscamos entre cañaverales, donde botan a los muertos"
Las horas se consumían y no había rastro del desaparecido, así que la familia reunió a conocidos para buscar a Víctor García entre cañaverales, donde de acuerdo con versiones de los pobladores, suelen tirar cadáveres o gente malherida. "Buscamos en un chingo de parcelas, pero nada, fue hasta el martes que dimos con la camioneta; ya la habían quemado".
Producto de la intensa movilización, la gente halló el vehículo donde viajaba el hoy finado. Una camioneta marca Chevrolet, color verde, cabina y media, de procedencia americana, a escasos metros, un cartón de cerveza XX Lager, con envases vacíos. Más no había señas de incineración.
La familia pidió apoyo de las comunidades aledañas: Cerritos, El Maguey, El Mango, La Colonia Agrícola Primero de Mayo, Río Moreno y Pasomapa, pertenecientes a los municipios de Tierra Blanca y Omealca. Decenas de pobladores cercaron la base militar y exigieron la referencia del entonces desaparecido.
"Esos canijos nada más se nos quedaban viendo. Nos tomaron fotos y dijeron que ellos no habían levantado a nadie. La gente entonces les advirtió que si no entregaban a mi hermano iban a quemar la base".
Ante los hechos de protesta, elementos castrenses acudieron al Ministerio Público de Tierra Blanca a dictar una contra demanda, por amenazas y hostigamiento. "La gente fue bien molesta a preguntar por el muchacho, tienen rodeada la base y nos dicen que soltemos al joven, pero negativo, nosotros no lo tenemos" aseguró un miembro de la Sedena.
"Encontramos un cadáver, señora, Acompáñenos"
El reloj marcaba las 22:15 horas, los familiares del entonces desaparecido permanecían haciendo guardia en el Ministerio Púbico de Tierra Blanca. Sin dormir, sin comer, sin noticias. Esperaban a que el testigo terminara de rendir su denuncia. Fue cuando el comandante ministerial desenfundó la noticia lúgubre. "Encontramos un cadáver, señora. Acompañemos"
Los nervios se desataron al por mayor, la viuda llamaba a sus familiares, los hermanos se paseaban impacientes en el estacionamiento del inmueble, compartían tragedias similares con la familia de los cinco jóvenes de Playa Vicente, hasta que los peritos terminaron de limpiar al cuerpo hallado en el Ejido Salvador Gonzalo García, Tierra Blanca.
El comandante dio la orden y acudieron al Servicio Médico Forense de la ciudad. "Esperen aquí", advirtió el agente ministerial a la prensa. Los 10 minutos que duró la diligencia murieron lentamente. El aroma fétido se filtraba de las puertas de lámina, pero la realidad se ocultaba detrás de un muro de concreto.
Fue a las 22:47 horas cuando el eco de la muerte resonó. "Ya lo mataron, si es él" gritó desahuciado el hermano. Quejidos dolosos sacudían a la prensa en las afueras. Llantos y vómito del hermano del finado lo llevaron a la antesala del desmayo.
Las puertas del Semefo se abrieron y los familiares dolientes salieron, detrás de ellos aromas penetrantes. "Traigan 10 litros de cloro para matar las larvas del cadáver", dictó el médico forense en turno.
"Tenemos miedo de que
nos maten también"
"Tenemos pavor de que ahora vayan en contra de nosotros. Están enojados porque tenemos un testigo y sabemos que fueron ellos. Pido apoyo por parte de las autoridades para que nos brinden protección, antes de que también nos maten".
"Hacemos responsables de la desaparición de mi hermano a elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, ellos lo levantaron. De igual forma responsabilizamos a los mismos si llegara a pasarnos algo a los familiares y a los representantes legales".
Son las 4:15 horas, los familiares del finado, ahora acampan con los padres de Playa Vicente, comparten centímetros de piso. Según los elementos periciales, el cuerpo no sería entregado en ocho días, pues deberán ratificar los llantos de los familiares con pruebas de ADN.
"Mientras no nos entreguen a mi marido no nos vamos de aquí. Antes queremos protección. Ya nos mataron a un ser querido, ahora tenemos que pelear por nuevas vidas" comparte la viuda, imantada al altar del Ministerio Público, frente al mural de desaparecidos.