Una docena de mamelucos blancos rodean un hueco en el piso. Hay un silencio solemne, como doble, por la primera vez que los enterraron sin honores.
Es el final del tercer día de trabajo en “las fosas de Tetelcingo”, un pueblito rural y de caminos de terracería que desembocan en un campo custodiado por policías. Ahí es. Todos saben en Cuautla, la ciudad vecina, capital histórica del estado de Morelos, que encontraron fosas clandestinas y que el lunes las abrieron.
La particularidad de un país que siembra muertos, como alguna vez fue descrito, es que las de Tetelcingo son fosas estatales. La Fiscalía del estado de Morelos enterró de manera ilegal a cientos de personas, no se tiene un número exacto de cuántos cuerpos que pasaron por las fiscalías de la zona Oriente y Metropolitana del estado – con sede en Cuernavaca – están enterrados en ese campo de un particular, dónde dos funcionarios de la administración anterior – Ana Lilia Guerrero, directora general de servicios periciales de la región oriente y Rodrigo Dorantes, fiscal general del estado, ambos ex – negociaron con el dueños un pedazo de su terreno para el enterramiento clandestino.
El argumento púbico que dio la Fiscalía, una vez que tamaña irregularidad se conoció públicamente en diciembre del año 2014, hace año y medio fue, simplemente, que no tenían ya más espacio dónde ubicar los cuerpos que estaban a su resguardo. Anunciaron que una investigación fue abierta contra los funcionarios actuantes.
Ahora se trabaja en la primera, que corresponde a la zona Oriente. “Esta jornada, el trabajo estuvo más coordinado y por eso hubo menos retrasos. En el inicio tuvimos fuertes desencuentros, que hicieron que el primer día no pudiera exhumarse ningún cuerpo porque se rompieron los acuerdos que se habían trabajado largamente durante las reuniones previas” Quien explica es Roberto Villanueva, director del Programa de Atención a Víctimas de la Universidad Autónoma del estado de Morelos (UAEM)
Los conflictos fueron por el acceso de prensa al lugar y las familias al trabajo directo en la fosa. También la presencia en el predio de cierta maquinaria (una retroexcavadora y una pipa de agua) que eran responsabilidad de la Fiscalía del estado y que al comenzar las labores, no estaban disponibles. Ambos se solucionaron.
“Se pretendió que este trabajo se hiciera en la clandestinidad, pero para nosotros eso es una manera de coartar la libertad de expresión y la participación activa de los familiares en el proceso”
Ahí estaban y eran mayormente mujeres. Pasando la valla de los policías cara tapada siempre, que se aburren y transpiran bajo el rayo del sol de Mayo, aparecen las carpas montadas en al costado del terreno. Resguardados del resto, con tapabocas y los mismos mamelucos que las sombras del comienzo, trabajan 4 equipos forenses, más los observadores de la sociedad: las propias víctimas.
Peritos de la Fiscalía del estado, de la Comisión Nacional de Seguridad – de la parte que auxilia a la policía científica federal – y de la Universidad de Morelos alternaban al borde del hueco, fueron sacando los cuerpos: 5 el martes 24 y 10 más al día siguiente. Este sábado habían llegado a inhumar 53 cadáveres.
Las personas de las familias afectadas que participan como observadoras llevan registro de lo que sucede y también, fiscalizan y hacen preguntas sobre el trabajo que se realiza: una vez sacado de la tierra, – inundando el ambiente con su aroma particular y que avisa que el cuerpo va saliendo – es lavado y puesto en condiciones para ser medido. Se apuntan detalles sobre sus características antropométricas y de odontología forense. Luego se elige qué parte del cuerpo es más viable de que se le extraigan muestras útiles, que por lo general es el fémur, y se envía una parte de la muestra a los 4 grupos forenses que trabajan.
Los cuerpos fueron enterrados en bolsas de nylon y la Universidad denunció que al menos uno de ellos no tenía ningún tipo de identificación. A todos se les hace análisis de adn, estén o no identificados, y se los vinculará a una carpeta de investigación (según la Fiscalía).
Es el final del tercer día de trabajo en “las fosas de Tetelcingo”, un pueblito rural y de caminos de terracería que desembocan en un campo custodiado por policías. Ahí es. Todos saben en Cuautla, la ciudad vecina, capital histórica del estado de Morelos, que encontraron fosas clandestinas y que el lunes las abrieron.
La particularidad de un país que siembra muertos, como alguna vez fue descrito, es que las de Tetelcingo son fosas estatales. La Fiscalía del estado de Morelos enterró de manera ilegal a cientos de personas, no se tiene un número exacto de cuántos cuerpos que pasaron por las fiscalías de la zona Oriente y Metropolitana del estado – con sede en Cuernavaca – están enterrados en ese campo de un particular, dónde dos funcionarios de la administración anterior – Ana Lilia Guerrero, directora general de servicios periciales de la región oriente y Rodrigo Dorantes, fiscal general del estado, ambos ex – negociaron con el dueños un pedazo de su terreno para el enterramiento clandestino.
El argumento púbico que dio la Fiscalía, una vez que tamaña irregularidad se conoció públicamente en diciembre del año 2014, hace año y medio fue, simplemente, que no tenían ya más espacio dónde ubicar los cuerpos que estaban a su resguardo. Anunciaron que una investigación fue abierta contra los funcionarios actuantes.
Ahora se trabaja en la primera, que corresponde a la zona Oriente. “Esta jornada, el trabajo estuvo más coordinado y por eso hubo menos retrasos. En el inicio tuvimos fuertes desencuentros, que hicieron que el primer día no pudiera exhumarse ningún cuerpo porque se rompieron los acuerdos que se habían trabajado largamente durante las reuniones previas” Quien explica es Roberto Villanueva, director del Programa de Atención a Víctimas de la Universidad Autónoma del estado de Morelos (UAEM)
Los conflictos fueron por el acceso de prensa al lugar y las familias al trabajo directo en la fosa. También la presencia en el predio de cierta maquinaria (una retroexcavadora y una pipa de agua) que eran responsabilidad de la Fiscalía del estado y que al comenzar las labores, no estaban disponibles. Ambos se solucionaron.
“Se pretendió que este trabajo se hiciera en la clandestinidad, pero para nosotros eso es una manera de coartar la libertad de expresión y la participación activa de los familiares en el proceso”
Ahí estaban y eran mayormente mujeres. Pasando la valla de los policías cara tapada siempre, que se aburren y transpiran bajo el rayo del sol de Mayo, aparecen las carpas montadas en al costado del terreno. Resguardados del resto, con tapabocas y los mismos mamelucos que las sombras del comienzo, trabajan 4 equipos forenses, más los observadores de la sociedad: las propias víctimas.
Peritos de la Fiscalía del estado, de la Comisión Nacional de Seguridad – de la parte que auxilia a la policía científica federal – y de la Universidad de Morelos alternaban al borde del hueco, fueron sacando los cuerpos: 5 el martes 24 y 10 más al día siguiente. Este sábado habían llegado a inhumar 53 cadáveres.
Las personas de las familias afectadas que participan como observadoras llevan registro de lo que sucede y también, fiscalizan y hacen preguntas sobre el trabajo que se realiza: una vez sacado de la tierra, – inundando el ambiente con su aroma particular y que avisa que el cuerpo va saliendo – es lavado y puesto en condiciones para ser medido. Se apuntan detalles sobre sus características antropométricas y de odontología forense. Luego se elige qué parte del cuerpo es más viable de que se le extraigan muestras útiles, que por lo general es el fémur, y se envía una parte de la muestra a los 4 grupos forenses que trabajan.
Los cuerpos fueron enterrados en bolsas de nylon y la Universidad denunció que al menos uno de ellos no tenía ningún tipo de identificación. A todos se les hace análisis de adn, estén o no identificados, y se los vinculará a una carpeta de investigación (según la Fiscalía).
Una vez terminada la jornada diaria, que a medida que los peritos avanzan en el terreno se hace más ágil, los cadáveres del día son trasladados a otra fosa común, ésta sí, legal, en un panteón en Cuautla. Allí las fosas se sellan con una etiqueta violeta, que guarda que no sean abiertas, hasta que los cuerpos sean nuevamente trasladados, después de mucho tiempo, a casa.
Las Madres ya habían estado ahí en marzo, pero entonces no contaban con carpas ni con agua ni con nada más que lo que habían podido acarrear. Se quedaron 3 días. La acción buscaba presionar a una Fiscalía que dilataba investigarse a sí misma. Entonces, dieron con la Universidad.
Fue a partir del secuestro y asesinato de Olivier Navarrete Hernández, hijo de María, que se abrió la puerta para que el Equipo de Extensión de la Universidad participara como coadyuvante en la investigación. También trabajan ahora con otros locales, de Morelos, donde también actúan como peritos independientes.
Fue a partir del secuestro y asesinato de Olivier Navarrete Hernández, hijo de María, que se abrió la puerta para que el Equipo de Extensión de la Universidad participara como coadyuvante en la investigación. También trabajan ahora con otros locales, de Morelos, donde también actúan como peritos independientes.
Fue la Universidad la que financió la instalación de las comodidades mínimas para todos los equipos de trabajo, familiares y periodistas que desde el lunes 23 de mayo rondan en torno a la fosa.
También fue por eso que cuando el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del estado. Jorge Olivares Brito, llegó a la excavación y pretendió tomarse una fotografía “in situ” con una de las madres organizadas, éstas lo echaron sin miramientos. El reclamo era claro: jamás nos atendieron, jamás no ayudaron, no vengan ahora a montarse en algo que logramos con mucho esfuerzo. Que ese paso era de ellas, le decían, de ellas y de la universidad con quien lo gestaron en conjunto.
También fue por eso que cuando el titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos del estado. Jorge Olivares Brito, llegó a la excavación y pretendió tomarse una fotografía “in situ” con una de las madres organizadas, éstas lo echaron sin miramientos. El reclamo era claro: jamás nos atendieron, jamás no ayudaron, no vengan ahora a montarse en algo que logramos con mucho esfuerzo. Que ese paso era de ellas, le decían, de ellas y de la universidad con quien lo gestaron en conjunto.
Javier Sicilia tuvo que ver en el giro. El poeta que encabeza el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad le contestó al Rector de la UAEM que él sólo aceptaría el cargo de Director de Extensión si también entraba su agenda: la lucha junto a las familias de personas desaparecidas y asesinadas en México.
Desde entonces, muchos de los contactos que se gestaron en el Movimiento, se fueron con él a armar la estructura para que al menos una institución estatal se pusiera al servicio de la comunidad.
Desde entonces, muchos de los contactos que se gestaron en el Movimiento, se fueron con él a armar la estructura para que al menos una institución estatal se pusiera al servicio de la comunidad.
Extensión de la UAEM se reestructuró en 5 Programas: el Programa de Atención a Víctimas, Formación para la Paz y la No Violencia, Movimientos Sociales, Intervención Comunitaria y la quinta que se relaciona directamente con Tetelcingo: una Comisión Científica de Identificación Humana.
Villanueva relató que aunque este trabajo es inédito para una Universidad mexicana, sí hay otros casos en el mundo de dónde abrevaron. Particularmente el vínculo con la Universidad de Granada, España. Los de Morelos se aprestan ahora a convertirse en un eslabón en la cadena y continuar el pasamano.
Los estudiantes de la Universidad de Guadalajara propusieron al Consejo de Rectores que esa casa de estudios reciba una asesoría de los de Morelos, sobre sus capacidades institucionales para emprender la misma senda.
Villanueva relató que aunque este trabajo es inédito para una Universidad mexicana, sí hay otros casos en el mundo de dónde abrevaron. Particularmente el vínculo con la Universidad de Granada, España. Los de Morelos se aprestan ahora a convertirse en un eslabón en la cadena y continuar el pasamano.
Los estudiantes de la Universidad de Guadalajara propusieron al Consejo de Rectores que esa casa de estudios reciba una asesoría de los de Morelos, sobre sus capacidades institucionales para emprender la misma senda.
“Sólo la UNAM es más grande que la de Guadalajara, que tiene 265 mil estudiantes. Nosotros tenemos 34 mil. Somos una Universidad pequeña pero eso no impide que hayamos abierto la puerta para que las instituciones se acerquen a las necesidades de la sociedad”, dijo Villanueva. Que busquen la manera de tener parte activa en los procesos y para eso se necesita que la Extensión, tenga el mismo peso en la Academia (y la inversión) que los otros dos pilares que la sostienen, la Enseñanza y la Investigación.
“Es una forma de trabajar atendiendo a sus problemas pero en colaboración mutua”
“Es una forma de trabajar atendiendo a sus problemas pero en colaboración mutua”
Además de Guadalajara, los de Morelos también participarán de la Segunda Brigada de Búsqueda de Desaparecidos, en el papel de observadores como ya hicieron en la Primera, en Amatlán, Veracruz. Y también continúan con su vínculo con familias y organizaciones de Coahuila y Nuevo León; así como de las familias (en 3 días, fueron 37) de Morelos que se acercaron a las fosas a pedir que se les tomen muestras genéticas ya que desconfían que uno de esos cuerpos pertenezca al familiar que tienen desaparecido.
El trabajo en la fosa continuará durante el tiempo que sea necesario. Se tiene la ubicación de dos de las fosas comunes en que la Fiscalía de Morelos arrojó cadaveres ilegalmente. Sin embargo, no se tiene conocimiento de la tercera, que fue indicada por el dueño del predio que atestiguó en el caso de Olivier. Sí resultó llamativa para madres e integrantes de la UAEM la existencia de un conjunto de cruces junto a las fosas ubicadas. Nadie las recordaba en ese lugar. Montículos de tierra sobresaliente, coronadas por unas cruces con pinta de nuevas. Se tomaron los datos de las mismas, ya que se tiene la sospecha que sean falsas, y escondan, en realidad, la ubicación de la fosa que falta.
Foto: Un policía estatal frente a las más de 30 tumbas que aparecieron, apenas, dos meses atrás espera el fin de su jornada laboral. Los residentes y miembros de la UAEM afirman que hace dos meses, los montículos de tierra que tienen cruces idénticas y bien cuidadas no estaban. Esto levanta las sospechas de varias personas interesadas en el tema. // Ernesto Álvarez
FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: ELIANA GILET