Ensenada, BC: Desde las casas de Bajamar el paisaje marino es espectacular. El tono plateado durante las puestas de sol hizo de esta franja costera un corredor turístico. Así estaba considerado en la ley, desde Tijuana hasta Ensenada.
Hoy, algunos de los que compraron una casa cerca del polígono conocido como Costa Azul, no sólo miran el mar, sino dos enormes contenedores de gas.
Martha Castellanos, presidenta de la Asociación de Usuarios del Complejo Turístico Costa Bajamar AC, está indignada. Hace un par de meses la gasera Energía Costa Azul (ECA), propiedad de IEnova, filial de la estadunidense Sempra Energy, envió a Manuel Morales Mercado, representante de la empresa Environmental Resources Management (ERM), para escuchar sus opiniones sobre la planta porque necesita presentar un estudio de impacto social a fin de obtener un permiso de la Secretaría de Energía (Sener) y reconvertir sus procesos industriales.
IEnova intentó convertir esa planta en uno de los principales puntos de exportación: importaría gas licuado por mar y luego lo llevaría por un gasoducto a Estados Unidos. El esquema no funcionó porque a medio camino se aumentó la oferta de gas natural en ese país gracias a la explotación de gas de lutitas por medio de fractura hidráulica. Ahora planea invertir el proceso: recibirá gas del vecino país, lo licuará en las instalaciones de ECA y lo exportará por barco u otros medios.
Es casi un insulto que los manden después de que Sempra y el gobierno ya hicieron todo lo que han querido, soltó durante la reunión con Morales Mercado uno de los residentes de Bajamar, desarrollo habitacional de 700 viviendas que es el más cercano a la planta.
No hay quién nos compre
Los vecinos le recordaron que desde el principio se opusieron a la planta porque “es un peligro latente y no sabemos qué hacer si algo pasa en esos tanques.
¿Puedo esperar que sólo revienten los cristales de mi casa o que se queme? Nunca nos ha explicado cuáles son los riesgos de lo que procesa. Su discurso ha sido que con cumple todas las medidas de seguridad, pero ¿quién lo ha verificado? ¿Dónde está el dictamen de un tercero?
Castellanos reprochó: No conocemos un plan de evacuación en caso de siniestro, o qué pasaría con nosotros si queda bloqueada la carretera escénica, nuestra única salida.
Los colonos preguntaron al representante de ERM qué es el estudio de impacto social, y cuando les explicó que se trataba de recabar las opiniones y preocupaciones de los lugareños sobre la planta –en este caso por su reconversión–, uno de los vecinos dijo con ironía: Esta junta llega un poco tarde.
Relató que residía en California y compró una casa en esta zona de Ensenada para retirarse con tranquilidad. Ahora no sabemos cuál es nuestro futuro. Hemos visto los accidentes de Sempra en California, y aunque queremos vender para ir a un lugar seguro, no hay quién nos compre. Tu vida está en riesgo las 24 horas del día.
Después de la instalación de Sempra, en 2003, el gobierno autorizó otros proyectos que nada tienen que ver con turismo: Z Gas, un complejo que mueve y almacena gas licuado de petróleo, y actualmente se construye una planta de la Comisión Federal de Electricidad. Es como tener la gasolina, la mecha y el cerillo juntos: una planta licuadora de gas, una expendedora y una chispa. ¿Y qué nos separa? Un cerco de púas, subraya Martha Castellanos.
El complejo habitacional y turístico Bajamar fue aprobado en 1974, con la posibilidad de extenderse hasta en 650 hectáreas. Sin embargo, en 2003 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales autorizó a Sempra instalar su planta a un costado; hoy está modificando el proyecto original y los vecinos aseguran que, una vez más, está pasando sobre sus derechos con un estudio de impacto social a la medida.
Rodolfo Mellado, otro residente, preguntó al enviado de Sempra qué valor tiene su estudio, pues la empresa ha reducido cada vez que quiere la zona de amortiguamiento, y si alguien estuviera interesado en comprar en esa área, las casas estarían a 500 metros de la alambrada de Sempra.
También recordó que la compañía estadunidense nunca construyó la barda de retención que ofreció y tampoco las obras para paliar el impacto visual de sus tanques.
Los habitantes de Bajamar recriminaron al enviado que la planta se está haciendo en la zona de amortiguamiento, a costa de quienes viven o tienen terrenos a su alrededor.
Todas son tierras muertas. ¿Qué hacemos con ellas? No se puede construir. ¿Quién quiere vivir o pretender descansar junto a una bomba de tiempo? Esta planta no la pudieron construir en Estados Unidos porque Sempra no hace las cosas bien, expresó uno de los colonos.
Agregaron que tampoco saben qué ocurre con el agua que se usa en la planta y en qué condiciones se vierte al mar.
Recordaron que cada vez que han intentado plantear sus inquietudes a la empresa, ésta envía a sus abogados.
Es muy difícil tratar con una empresa que primero vino, construyó sus tanques y consiguió que el gobierno le hiciera un traje legal a la medida, se quejó uno de los lugareños.
FUENTE: LA JORNADA.
AUTOR: MIREYA CUÉÑLLAR.
LINK: http://www.jornada.unam.mx/2016/10/17/estados/029n1est