Cuando apenas empezaba su gobierno, en una entrevista en palacio de gobierno le pregunté a Cué si no corría el riesgo de que le pudiera pasar lo mismo en Oaxaca que lo ocurrido con Fox en el 2000, que todo el país esperaba que realizara un ajuste de cuentas con personajes del pasado y al no hacerlo creó una verdadera desilusión.
En esa ocasión Cué sonrió, dijo que eso no ocurriría en Oaxaca y que no habría pactos de impunidad con el exgobernador Ulises Ruiz, a quien se le acusaba desde entonces de haber desviado unos 7 mil millones de pesos en obras asignadas a empresas fantasmas, como ahora se acusó al gobernador con licencia de Veracruz, Javier Duarte.
Cué había llegado al gobierno de Oaxaca con el apoyo de una coalición de diversos partidos, entre ellos el PRD y el PAN y, por primera vez en la historia de la entidad, le había arrebatado al PRI el poder del estado.
Los oaxaqueños tenían la esperanza de que habrían de llegar nuevos aires políticos, que Ulises Ruiz y su equipo sería llevado a tribunales por violaciones a los derechos humanos en el conflicto de la APPO y por el desvío de recursos del erario público.
Se pensaba que Oaxaca iniciaría una etapa transparente en el manejo de la gobernabilidad y de los recursos públicos. Que por fin se terminarían las cuotas de poder de grupos, personajes y con el sindicato de maestros.
Pero nada de esto ocurrió, el gobierno de Gabino Cué, influenciado por el exgobernador priista Diódoro Carrasco, dejó intactos los poderes caciquiles, no tocó al equipo de Ulises Ruíz ni lo cotos de poder de los maestros, aumentó al doble la deuda del estado y, lo peor de todo, abrió la puerta a la violencia.
Al inicio de su gobierno se registraron 641 asesinatos, al año siguiente 412 y a partir de 2013 la cifra ha ido en ascenso: 537 asesinatos; en 2014 subió a 640; en 2015 se elevó a 759 y de enero a septiembre de 2016 se han registrado 623.
En suma, se han cometido tres mil 612 asesinatos, es decir 1.72 diarios, 3.44 cada dos días o cinco ejecutados cada tres días, situación que ha colocado a la entidad entre los 10 estados de mayor violencia según datos del Fiscal General Joaquín Carrillo Ruiz.
El fracaso a la transición democrática de Cué en Oaxaca ha traído múltiples consecuencias sociales, y quizá la principal –como fue con Vicente Fox en el 2000 y Felipe calderón en 2006– es haber roto la esperanza de un cambio real en las estructuras de poder, no haber hecho un ajuste de cuentas con los delincuentes políticos y haber pactado con las familias en el poder que una vez pasarán a tomar las riendas del estado el próximo sexenio.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: JOSÉ GIL OLMOS.
LINK: http://www.proceso.com.mx/459234/fracaso-la-transicion-democratica-en-oaxaca