Informes coinciden, desde hace tiempo, en que la percepción de que los actos corruptos va a la alza en México. Uno de los últimos es del Centro de Estudios Ernst & Young que reveló que el 82 por ciento de los empresarios consideraron los pagos ilegales como una práctica necesaria para hacer negocios aquí.
Pero esa práctica no sólo los afecta a ellos, también al ciudadano de a pie: las familias mexicanas destinan el 14 por ciento de sus recursos para actos de corrupción, porcentaje que se eleva en las que perciben un sólo salario mínimo al 33 por ciento, de acuerdo con el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno.
“Con dinero baila el perro”, dice el refrán usado, entre otros, para ilustrar la cultura de corrupción y soborno, prácticas que se han vuelto normales y “habituales” en México, según refleja la encuesta del Centro de Estudios Ernst & Young, que en su ranking global “Sobornos para hacer negocios” ubica a México en el sexto lugar, pues el 82 por ciento de los empresarios entrevistados considera que el soborno es parte de las negociaciones mexicanas.