El próximo 4 de junio, más que elegir al gobernador del Estado de México, los votantes mexiquenses definirán la elección presidencial del 2018. Si el priismo perdiera los comicios en esta entidad –la cual ha dominado durante casi 90 años–, podría despedirse de la Presidencia. De eso están conscientes el PRI y el gobierno federal, que están volcando todos los trucos de su acervo –entre ellos las campañas sucias contra sus rivales, la compra del voto, el acarreo masivo– a fin de hacer ganar a su candidato, Alfredo del Mazo. Analistas y documentos consultados por Proceso plantean que el fraude es una posibilidad más que cercana. El PRI le llama “Día D” a la elección mexiquense en la que cifra demasiado.
La del Estado de México el próximo 4 de junio será una elección de Estado, fundamental para el presidente Enrique Peña Nieto pues están en juego su futuro político y el del clan al que pertenece, el llamado Grupo Atlacomulco, arraigado en la entidad desde hace 87 años, así como la permanencia del PRI en el poder en los comicios presidenciales del próximo año.