La crisis económica, social y humanitaria que padecen países de Centroamérica obliga una salida masiva de migrantes de la región. Entre la población más afectada están niños, niñas y adolescentes no acompañados (NNA) que enfrentan condiciones extremas de violencia y vulnerabilidad en su tránsito por México hacia Estados Unidos.
Los eslabones más frágiles de la cadena migratoria, niños y adolescentes que viajan solos de Centroamérica a Estados Unidos, enfrentan condiciones infrahumanas de vida, como privación alimentaria, alojamiento e higiene; enfermedades y abuso sexual, extorsión y violencia de autoridades migratorias.
Son víctimas de la trata y sufren también asaltos, secuestros y deportaciones, pero sobre todo de la política de contención del gobierno mexicano con el Plan de la Frontera Sur. En 2016 más de 16 mil infantes vieron truncadas sus esperanzas de llegar a Estados Unidos en busca de una vida mejor.