De manera absoluta y sin excepciones, ha quedado prohibido que los funcionarios públicos de México reciban regalos. No lo puede hacer ni un director de área, ni un Secretario de Estado ni el Presidente de la República. Inmersa durante siglos en la política mexicana, la acción de dar y recibir llegó a su punto final.
Así lo marca la nueva Ley General de Responsabilidades Administrativas, parte sustancial del Sistema Nacional Anticorrupción, que entró en vigor el pasado 18 de julio y sustituye el ordenamiento de la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos. Hasta ahora, era posible que un funcionario recibiera obsequios siempre que no excedieran el valor de diez veces el salario mínimo.