La vida en San Gregorio Atlapulco intenta seguir su curso, pero cuesta trabajo. La iglesia todavía está cerrada y es como si faltara la mitad del alma del pueblo. El campanario se cayó y sin el repicar, los habitantes ni siquiera se enteraron de las misas por los fallecidos.
Tampoco están los arcos del costado, ni una barda en la calle Insurgentes. El 19 de septiembre, a las 13:14 horas, se vinieron abajo. La pared enterró a comerciantes y clientes.