Tras casi tres meses sufriendo hambre, frío y enfermedades, algunos de los cerca de 5 mil indígenas desplazados por la violencia en las montañas del estado de Chiapas comenzaron a regresar a sus casas pese a que la inseguridad no ha sido mitigada.
Dicha violencia deriva del conflicto agrario entre los dos municipios vecinos de Chalchihuitán y Chenalhó, ambos habitados por comunidades tzotziles, enfrentados desde hace 40 años por la propiedad de 363 hectáreas de tierras fértiles.