Durante casi siete meses, Alfonso Enrique Contreras Espinoza (a) “El Poncho”, líder de una célula del Cártel del Golfo, utilizó la habitación que ocupaba en el hospital Playamed, localizado en Cancún, Quintana Roo, como un verdadero centro de operaciones del crimen organizado.
En dicha habitación se encontraron dosis de cocaína y crack, teléfonos celulares, una báscula digital, equipo de cómputo y listas con nombres y números telefónicos.