En los años 80, siendo estudiante universitario, Carlos Moreno trabó un vínculo afectivo con la comunidad de Chacahua, Oaxaca, en donde participó en campañas juveniles para el retiro de caimanes de su laguna, considerada una especie invasora que depreda el resto de la fauna nativa.
Tres décadas después, su conocimiento de la zona ha sido la única herramienta a su disposición, para buscar a su hijo Israel, desaparecido en esta misma localidad el 8 de julio de 2011.