El 30 de mayo de 2015, Mariana Medina acudió a la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Navolato, Sinaloa, porque presentaba un dolor en el abdomen y, ante los riesgos de que eso pudiera traducirse en complicaciones de su embarazo, quiso cerciorarse de que todo se encontraba bien.
Al revisarla, el personal del IMSS en Navolato le dijo que su bebé, de siete meses, nacería ese día, pero que, ante la falta de incubadoras para atenderlo en esa clínica, la trasladarían al Hospital General No. 1 en Culiacán, Sinaloa, donde le practicaron una cesárea. Fue la última vez que Mariana supo que su bebé se encontraba con vida.